Pues bien, este adolescente de la política que se mueve por impulsos, acaba de reparar en lo que se le avecina con un PNV con demasiados intereses en juego. Ahora no se trata de un juego y a él le gusta únicamente la representación. Muchas reuniones, comisiones, encuentros y palabras para no cambiar nada. No negociaba con ETA para negociar al cabo; distribuía 400 euros entre los más desfavorecidos para no cobrarlos y que fueran a parar a los que no los necesitan; subvencionaba a las entidades crediticias para que activasen la economía, y consiente que se queden con el dinero sin otorgar créditos mientras se aumenten los sueldos los miembros del consejo y engorden sus beneficios; legisla para que no se fume en los centros oficiales y los lugares públicos para prevenir el cáncer de pulmón pero tras ese ruidoso “parto de los montes” declara que, después de todo, estamos en un país libre y que cada cual fume o no, según su talante. “Un pasito pa' alante y otro pa'atrás”. Como en todo. Pero sin medir las consecuencias ni prever los resultados, como siempre.
Ahora se encuentra con que Patxi López le ha hecho un roto en los pantalones ganando las elecciones vascas. Y le ha cogido tan por sorpresa como en las primeras nacionales que ganó. Pero ahora no vale improvisar. Los lobos acechan tras las tapias del corral y no puede perder una solo oveja; no digamos el rebaño. Los socialistas vascos no “abertzales” han descubierto que hay vida después de Ibarretxe y que ser vasco no es una antinomia de español. Y que se puede --y se debe-- hacer política sin complejos, sin humillaciones y sin miedo.
Ahora una corriente entusiasta de militantes le empuja para que se muestre digno de este momento histórico que, mal que bien, ha contribuído a alumbrar. No puede defraudar a los suyos. Pero, como siempre, no sabe qué hacer. Cuando la coyuntura interna le ha exigido soluciones y la crisis se aproximaba galopante, ha vuelto la vista a los nacionalistas catalanes –cazadores a la espera-- que le hicieron la merced de reclamar el Archivo de Simancas. Y se formó el revuelo. Luego vinieron en su ayuda homosexuales y lesbianas y se dedicó a legislar el matrimonio gay, luego la Ley de la memoria histórica y se puso a descabalgar estatuas ecuestres y a desenterrar a los muertos. Después ha fichado a Bibiana Aído y sus mariachis. Y la verdad es que mientras los inmovilistas, los “finochios”, los nostálgicos y la Iglesia se regocijaban o alborotaban, al común de los motales les importaban un rábano sus vistosas iniciaivas y los socialistas juiciosos también comprendieron que hacía ruido porque no sabía qué hacer y de este modo entretenía al respetable.
Ahora “se acabó la diversión”. Hay que saber qué hacer y van a recordárselo todos los días: “La Economía, estúpido: es la Economía”
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