No sabe uno hacia donde mirar para atenuar el sonrojo en este tórrido verano sofocante. Si para un lado, se topa con el caso Gürtel –o sea Correa en alemán-- y si para otro, con el entramado de El Pocero. Y si hace por no mirar a ningún lado, se halla con los fantasmas de la Operación Espada que implica a Jaume Mata y al medallista olímpico “popular” Pepote Ballester que se lo han llevado crudo con el inservible velódromo de Palma, pese al presupuesto duplicado. Mas cuando damos la espalda a este lodazal y hacemos por huír, damos de manos a boca con la procesión de la Santa Compaña del ex-alcalde de Seseña, José Luis Martín, con hábito de San Tarsicio y el rostro exangüe y lánguido como de Santa Gema Galgani, diciendo, a quien quiera oirle, que cuando dió la licencia para que El Pocero construyese 13.000 viviendas en su pueblo, no recuerda en concepto de qué, el reputado contacto de la mafia calabresa Gianni Montaldo, casualmente implicado en el Caso Malaya, le metió en el bolsillo la tontería de 700.000 euros de nada, que son la friolera de 116 millones de pesetas. ¡Si es que el mundo es un pañuelo!
Pero se dirija la vista a un lado o al contrario, el espectáculo no es apto para menores. Es curioso que en el Colegio no nos decían nada de esas equis enormes si no aparecía la canalilla del pecho. Tampoco a los políticos les instruyeron sobre el particular, y no puede extrañar que se hallen tan desorientados en materia moral. Les dijeron que los coloristas papeles de los bancos no ensucian; solo la carne puede hacerlo porque esta impregnada de fluidos, humores y secreciones impuras.
Las petroleras, que pagan un 40 por ciento menos por los carburantes, tampoco consideran que sea delito quedarse con el dinero que debería revertir en los clientes: robar es la actividad habitual de los devotos de Mercurio que era, ademas de dios de Comercio, patrón de los ladrones.
Pero, vamos a ver ¿En qué actividades andaban enfrascados los dirigentes de los partidos para no percibir el hedor del cieno corrompido que les subía de la sentina? ¿Qué clase de controles ejercen los jefes sobre los que manejan la pasta? ¿Es posible que la cadena jerárquica al completo estuviese en la higuera?
Habrá quien diga que las mordidas no eran una actividad espontánea, sino encargo del partido. Si es así, peor nos lo ponen. En ese caso hay que elegir entre malhechores comunes y organizaciones criminales. Y es difícil entender que una organización constituída con fines altruistas, se avenga a delinquir en nombre de la verdad y la virtud para la consecución del Bien Común.
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