Lo comentaron unos amigos hace unas semanas, de pasada, y me pareció una ocurrencia divertida por lo disparatada y lo grotesca, pero no le di ningún crédito y el silencio de los periódicos parecía confirmar que no se trataba más que de una maldad de la derecha, los puritanos y los diletantes de cafetería. Mas, a la vuelta de los días, el deslíz ha asomado a los medios, empujada por el alarde de inconsciencia con que quiere esquivar la crisis.
El señor éste ¿cómo se llama? Zapatero, que no debió salirse nunca de sus zapatos para no dejarnos en zapatillas, ha llagado a insultar, no ya a la inteligencia sino a la cordura, al proponernos medidas que ninguna ama de casa aplicaría. Aunque no fuera de izquierdas. Este ciudadano, al que cierto columnista ha apodado “el de las Mercedes”como Enrique II de Trastámara
porque pretende apagar con dádivas los fuegos que él mismo ha encendido con su falta de tacto, su soberbia y su torpeza, está dispuesto a rescatarnos de la crisis subiendo los impuestos “para combatir la Gripe A” en la que ya nadie cree –hace sólo unos días--, y según dijo ayer “para que el Estado cumpla sus objetivos de solidaridad con los más desfavorecidos”.
Eso después del dispendio a manos llenas y tras subvencionar a sus votantes, a los que protestaban o podían protestar; de enfrentar a trabajadores con empresarios, enemistar a los funcionarios contra el resto de la población, encrespar a los que no quieren que se toquen sus difuntos contra los que desean exhumar sus cadáveres, incomodar a los que consideran los museos como un patrimonio de todos, contra los que defienden la propiedad privada de sus fondos, y poner en contra a los separatistas con los constitucionalistas en una apuesta suicida para cualquier país.
Si un político es el banderín de enganche que convoque a un empeño común, conciliando intereses, sumando voluntades y allanando caminos para conducir una nación a la prosperidad, Zapatero “el del Gabinete rosa” como le llama Berluscuni, es todo lo contrario.
Mas todo puede perdonársele, porque mientras menudean los despidos y los cierres de empresas y cierto empresario acaba de andar a pie no sé si seiscientos kilómetros hasta Madrid, para pedirle “trabajo y no piedad”, este piadoso samaritano ha concedido la suma de 28.810 € de vellón –cuatro milloncetes y medio de pesetas autóctonas del erario público-- para que retocen y alegren la bragueta los de Zimbabue, y me gustaría saber qué cuentas tenemos pendientes con las honestas entrepiernas de aquella latitud para financiar sus alegrías venéreas, excluyendo además a una parte de la ciudadanía, puesto que el dinero va enderezado a la asociación “Gays and Lesbians of Zimbabwe”. Qué cosas ¿verdad?
Darío Vidal
11/09/2009
El señor éste ¿cómo se llama? Zapatero, que no debió salirse nunca de sus zapatos para no dejarnos en zapatillas, ha llagado a insultar, no ya a la inteligencia sino a la cordura, al proponernos medidas que ninguna ama de casa aplicaría. Aunque no fuera de izquierdas. Este ciudadano, al que cierto columnista ha apodado “el de las Mercedes”como Enrique II de Trastámara
porque pretende apagar con dádivas los fuegos que él mismo ha encendido con su falta de tacto, su soberbia y su torpeza, está dispuesto a rescatarnos de la crisis subiendo los impuestos “para combatir la Gripe A” en la que ya nadie cree –hace sólo unos días--, y según dijo ayer “para que el Estado cumpla sus objetivos de solidaridad con los más desfavorecidos”.
Eso después del dispendio a manos llenas y tras subvencionar a sus votantes, a los que protestaban o podían protestar; de enfrentar a trabajadores con empresarios, enemistar a los funcionarios contra el resto de la población, encrespar a los que no quieren que se toquen sus difuntos contra los que desean exhumar sus cadáveres, incomodar a los que consideran los museos como un patrimonio de todos, contra los que defienden la propiedad privada de sus fondos, y poner en contra a los separatistas con los constitucionalistas en una apuesta suicida para cualquier país.
Si un político es el banderín de enganche que convoque a un empeño común, conciliando intereses, sumando voluntades y allanando caminos para conducir una nación a la prosperidad, Zapatero “el del Gabinete rosa” como le llama Berluscuni, es todo lo contrario.
Mas todo puede perdonársele, porque mientras menudean los despidos y los cierres de empresas y cierto empresario acaba de andar a pie no sé si seiscientos kilómetros hasta Madrid, para pedirle “trabajo y no piedad”, este piadoso samaritano ha concedido la suma de 28.810 € de vellón –cuatro milloncetes y medio de pesetas autóctonas del erario público-- para que retocen y alegren la bragueta los de Zimbabue, y me gustaría saber qué cuentas tenemos pendientes con las honestas entrepiernas de aquella latitud para financiar sus alegrías venéreas, excluyendo además a una parte de la ciudadanía, puesto que el dinero va enderezado a la asociación “Gays and Lesbians of Zimbabwe”. Qué cosas ¿verdad?
Darío Vidal
11/09/2009
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