viernes, 16 de octubre de 2009

Novillo a chiqueros.odt




Si no encuentran otro candidato, diría yo que el PP acaba de perder las elecciones.

Después del espectáculo de estos meses, la anhelada solidez de la derecha política ha quedado por completo en entredicho y mientras el pueblo o el público --el partidario como el que no--, esperaba oir un discurso razonado del jefe de la oposición dando argumentos e hilando fino, no escuchó más que palabras balbucientes e inseguras. Las que profiere un hombre que está en falso.

No tengo el gusto de conocer a Costa; tampoco a Rajoy. Pero el diestro de Génova, además de no hacer faena, se pasó la lidia “codilleando”, que es lo que hacen peones y maestros cuando el miedo no les deja soltar los brazos y las muñecas para darle recorrido a la fiera y, en un gesto equivocado de protección, pegan los codos a los costados haciendo mas probable la tragedia

Y eso, sumado a la escasa cintura que ha heredado de sus predecesores terminó completando el cuadro. Guardo recuerdo de la hosca intemperancia de Fraga, que no respondía mas que a lo que le daba la gana, hacía de cada respuesta un mítin y cuando se le instaba a que se ciñese a la pregunta decía con voz estentórea “¡Y no digo más!” al tiempo que hacía un gesto imperativo y concluyente que sufrí muchas veces, hasta que un día abandoné nuestra entrevista, como aquella vez --tiempo atrás--, que, despues de haber concertado larga y laboriosamente un encuentro siendo embajador en Londres para que me hablase de “Las Leyes”, postergó nuestra cita para entrevistarse delante de mí con un medio más afín. Y todos nos acordamos de José María Aznar, áspero y antipático como aquel, de cuyos escoltas hemos sufrido las violentas tarascadas incluso en los mítines, cuando en su jornada victoriosa, en su día de gloria después de varias derrotas, manifestó que solo admitiría cinco preguntas de los periodistas y, respondida la última, dio la espalda a la concurencia y desapareció.

El señor Rajoy parece un personaje amable, una persona por lo menos educada, que es lo mínimo que se le puede pedir a un político, un vendedor y un músico. Pero el señor Rajoy da la sensación de no ir a compás. Y la política es una ocupación que exige oportunidad y tempo. A la vez que, en esta oportunidad, le ha faltado credibilidad. No sé si ha sido oportuno o no el sacrificio del secretario valenciano para el Partido o para él, ni por qué “codilleó” en la faena, pero en Valencia le queda un presidente “gazapón” que le ha desbaratado la coartada de la transparencia, la credibilidad y tal vez la honestidad. A la derecha le urge “hallar a un hombre”.

Darío Vidal
17/10/2009

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