jueves, 15 de julio de 2010

Cuentos de ogros, matones y caníbales


Tuve noticia de un candoroso fantasma de los años del hambre, que estuvo atemorizando a las mocitas cuando caía la noche, hasta que una mas decidida saco las tijeras de la Costura decidida a practicarle alli mismo la autopsia. Y así entre chillidos histéricos sucumbió para siempre su prestigio de atemorizador. Sucedió en la Calle de la Fantasma, que nos ha dejado ese evocador topónimo urbano en un pintoresco pueblecito que yo me sé.

El pavor, el miedo y la amenaza, han sido el recurso “terrorista” de los apocados, los asustadizos y los cobardes, para hacerse los amos del miedo ajeno. Y eso explica que la impotencia se revista de poder ante las comunidades más primitivas.

Desconozco la razón del comportamiento de quienes ocultan el Mal como si se tratase de un tabú. Una cosa es la ignorancia, el error, o la bisoñez, que a mi juicio son inocentes. Y otra la maldad del culpable, que debe proclamarse a los cuatro vientos y exponerse a la vindicta pública para escarmieno de todos, como hacen los chinos con harta aficacia, e hicimos los europeos hasta que adquirieron el poder los merecedores del vilipendio.

No hay que llegar al “ojo por ojo” de los musulmanes, porque eso no es una apelación a la ejemplaridad sino a la venganza, y la Venganza está reñida con la Justicia. Pero no tengo ningún empacho en demandar el "ostracismo" y el alejamiento de los tramposos, los parásitos y los delincuentes, de las justas, nobles, esforzadas y ejemplificadoras actividades deportivas.

Y eso no ya por la consciente maldad de ciertos tarados morales, sino por la arrogancia con que exhiben y predican su proceder, y el mal ejemplo que imparten a la Juventud, que es lo más segrado que tenemos.

Por eso yo señalaria con piedra negra a la Selección Holandesa de Futbol de 2010, y a su seleccionador Bert Van Marwijk capaz de predicar las atrocidades sobre la Victoria y la Derrota que ustedes habrán leido, según lo cual, una acción deportiva --o moral--, no es buena o mala por los principios que las han inspirado, sino por los resultados obtenidos “a posteriori”. Y en ese sentido –y en otros muchos-- me siento reconocido a la labor de Vicente del Bosque.

Al lado de Alemania que jugó con dureza, noblemente, ahí quedan –en vídeo y para siempre-- las maneras rufianescas de los Paises Bajos –absolutamente Bajos-- y la pusilanimidad del árbitro inglés Howard Webb, que no expulsó a Heitinga hasta la vigésima falta grave por lo menos, pasando por alto las acciones de Van Bomme, y Sneijder, y no queriendo ver a Nigel de Jong partiendole el pecho literalmente a Xavi Alonso, mientras le administraba una lección de ética deportiva.

Darío Vidal
14/07/2010

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