jueves, 29 de julio de 2010

Las multas de la envidia


Algunas veces nos llega el garbazo a la cuchara y los lectores ilustran con su experiencia las zonas de sombra en las que no solemos adentrarnos. Hoy, ahora mismo, me cuenta un amigo que un compadre suyo va a tener que desprenderse de un automóvil que venía festejando hace tiempo y que por fin había puesto a su nombre. Pero el compadre de mi amigo ha sido vencido por la envidia nacional.

Ni que decir tiene que es un conductor experto con un largo curriculum internacional. Pero cuando supo que podía obtener una plaza en España con una tarea más relajada, tornó a sus años de estudiante y se embarcó en un empeño juvenil. Cumplir su deseo de adquirir un Mercedes sport cabrio, plateado, seminuevo. Y lo hizo.

Nada sucedió mientras el automóvil rodó por el resto de Europa. Pero la cosa cambió cuando comenzó a moverse por esta calcinada, mugrienta, mal oliente y vil piel de toro roída por la envidia.

Cada incursión por sus caminos estaba jalonada por un rosario de sanciones de toda índole, que incluía desde señales luminosas inadecuadas, a conducción peligrosa --por no decir exceso de velocidad--, desatender el “ceda el paso”, saltarse el “stop”, recurrir a señales sonoras (vicio arrumbado con el desuso de las caballerías) y toda suerte de atropellos que harían pensar en el comportamiento de un cafre, con perdón de los sudafricanos.

El compadre de mi amigo, sin embargo, poseía –o posee-- una inmaculada “hoja de servicios” cuando usa su utiliario, un vehículo discreto, inadvertido y respetuoso con todas las normas. La trasmutación de mister Hyde en doctor Jeckyll, le ha hecho tener aprensión en su coche “bonito” y ha decidido prescindir de él en cuanto caduque el seguro, porque no puede mantenerlo.

“Si quieres, te lo cedo entonces”--, me ha insinuado. Pero no puedo arriesgarme a cometer los mismos errores que él. A mi me gustaba un BMW 300 cabrio sport. Pero se me han pasado las ganas.

Entre las incitaciones al “comisionismo” de Interior --sección DGT-- y el envilecimiento de los enanos de la venta, vamos a tener que elegir otra nación.

¡Podrida envidia jodida! ¡Puta miseria!


Darío Vidal
29/07/2010

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