viernes, 22 de abril de 2011

LA GUERRA DE ZAPATERO


Creo haber dicho en otra ocasión que mi familia mas próxima fue escenario y protagonista de la contienda civil; que los míos sufrieron los desgarros de la Guerra, el terror de las persecuciones, las vejaciones de los campos de concentración y todas las secuelas de la enemistad cosechada no solo en las trincheras sino también en la cloaca de las retaguardias.

Sé que, por desgracia, los míos no fueron un hecho aislado y singular. Toda España estuvo dividida y fragmentada durante un tiempo. Demasiado tiempo. Y de muy niño viví actitudes entonces incomprensibles y fui testigo de ominosos silencios. La derrota y la victoria no fueron patrimonio de nadie, como algunos pretenden hacernos creer, y en todos los ámbitos convivían republicanos y franquistas desempeñando alternativamente el papel de buenos y de malos, a veces en etapas sucesivas, dependiendo del lugar en que hubiesen caído los dados. Nadie crea que catalanes y vascos fueran separatistas, ni “rojos” los levantinos y los madrileños, ni “nacionales” los aragoneses, andaluces y navarros.

Pero cuando se mitigó el rescoldo del rencor y la furia, las familias parecieron ponerse de acuerdo tácitamene en olvidar aquella herida que aún les dolía. No querían recordar, ni cultivar el odio entre los niños, como si los estuviesen preservando para una nueva inocencia. Y ello no fue tampoco un excepción entre los españoles del exilio. “Vamos a olvidar aquellas cosas y ojalá que no volvamos a vivir nada parecido”. Ese parecía ser el lema; esa la consigna. Para todos menos para Rodríguez Zapatero, uno de cuyos abuelos –parece que no tuvo ninguno más-- murió en la retaguardia como militar, acusado de traición por los franquistas, tal vez porque se mudó de bando a destiempo pese a haber hecho méritos con Sanjurjo en la represión de la Revolución de Octubre.

Decían en el “Obituario” que el pasado lunes dedicaron a ZP Rubalcaba y Chacón –tal vez después de otra mudanza a destiempo--, que pasará a la Historia por sus logros en materia de homosexualidad, igualdad y memoria histórica. No creo que las crónicas le dediquen demasiada atención, en vista de la tarea que le aguardaba y nunca asumió. Pero sus compatriotas son generosos en el olvido, incluso con los apátridas y los “ciudadanos del mundo” como él. Así que pueden perdonarle su incapacidad de liderazgo, su falta de firmeza, su indigencia intelectual, su falta de criterio, su soberbia y su obsesión por demoler los logros de tantos años.

Lo que muchos juzgarán imperdonable es que nos haya hecho retroceder en la concordia, a los orígenes de la Guerra de 1936, y haber arrastrado a los españoles a la disensión, el enfrentamiento, la enemistad y el rencor. Aunque lo haya hecho con el noble propósito de dividirnos a todos y perpetuarse con deslealtad en el poder.

Darío Vidal
07/04/2011


1 comentario:

  1. Como durante la Transición era un mozalbete, ha querido reinventarla para ser protagonista de lo que cronologicamente no vivió como adulto, sin reparar en que aquí ya estabamos amnistiados y reconciliados.
    El ignorante al igual que Garzón no debieron empollar el tema de las medidas de gracia en Derecho Penal, ya que el concepto de AMNISTÍA implica que procesalmente de unos hechos ya no se puede debatir nada y quien quiera hablar de ello tendrá que ser a titulo de estudio pero sin poder buscar ningún tipo de responsabilidad.
    sustine hefalu

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