jueves, 1 de diciembre de 2011

Contumaz terquedad zapateril


Cuentan que don Rodrigo Díaz de Vivar --el Cid para los amigos-- ganó batallas después de muerto. Un suceso jamás visto salvo en San Jorge Matamoros del que aquel era trasunto. Pero debemos reconocer que tan milagroso es este fenómeno sobrenatural por la via de la sublimidad, como que un cadaver coseche derrotas después de ser vencido, por la via de la inepcia y la mentecatez.

Y parece que la última –o la penúltima-- de esas hazañas se produjo ayer al anochecer, cuando el gobierno en funciones convocó un Consejo de Ministros urgente, pasando por encima de los tiempos y los procedimientos reglamentarios. Los políticos dejaron las cenas en la mesa, los periodistas se precipitaron a los teletipos, los curiosos encendieron las radios y las embajadas aprestaron sus recursos para no perder una sola palabra, un matiz o una inflexión de lo que se dijese en la información de alcance, mientras los diarios de toda Europa detenían sus rotativas en espera de la noticia. Una noticia sobre la que se especulaba con acrecentada avidez.

La mayoría apostaba por una mediación socialista con los sindicatos para limar diferencias en las negociaciones que se estaban celebrando con el PP; unos pensaban que iba a anunciarse una inminente agrupación de etarras en las cárceles; otros imaginaban que acababa de darse un golpe definitivo contra Eta, y la mayor parte pensaba que, a la vista del coste desmedido del “impasse” político del traspaso de poderes y el apremio de la Union Europea para acometer la crisis, el presidente en funciones iba a anunciar el inicio de un trámite abreviado para mitigar la hemorragia innecesaria de recursos y de tiempo que permitiese gobernar inmediatamente al presidente electo.

Pero no era nada de eso. Era el anuncio de que el gobierno caducado y amortizado –y también amortecido va ya para ocho años-- iba a acometer el proyecto mas demandado por los españoles. Mucho más que atajar la crisis, luchar contra el paro que sigue creciendo, y cercenar la corrupción en todas las esferas. Pero el asunto fue más que desconcertante.

El tiempo que le queda – o que ya no le queda a Zapatero-- va a dedicarlo a jubilar la Cruz y a desenterrar los huesos de Franco y mandárselos en bolsas de plástico a sus familiares para que hagan con ellos lo que quieran. Es lástima que, si es capaz de acometer las cosas con tanto empeño, no haya dedicado más tiempo y más minucia en escoger las prioridades de esta nación aunando esfuerzos para remontar los problemas, idear estrategias, garantizar el trabajo, consolidar la cohesión de los territorios, y llevarnos hacia arriba.

Pero es más fácil rodar por la pendiente llevado por la gravedad, que arremangarse y empujar cuesta arriba para hacer lo que debemos. . Es penoso contemplar un ocaso tan estéril.


Darío Vidal
30/11/2011

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