sábado, 17 de octubre de 2015

EL SOFTWARE IMPERTINENTE


No me lo tomen a mal porque no voy a denunciar la impertinencia sino la invasión de lo no-pertinente en el creciente barullo informático. Jacobo, el chico de “sib@”, me ha dejado en la estacada y hace dos semanas que aguardo su auxilio operando a ciegas, de modo que voy a poner un anuncio para que alguien me ayude o tendré que cerrar esta ventana, con lo cual tampoco se perderá gran cosa.
Antes, el informático de cabecera era un amigo que participaba de las cuitas y ensayaba soluciones. Pero he aquí que los programadores de todos los sistemas operativos se han contagiado de la fiebre de la “fashion” y un programa que se precie tiene que cambiar de métodos o de apariencia cada temporada, como lo hace la ropa de primavera y de otoño.
Por supuesto que hay que innovar cuando es preciso. Claro que sí. Pero se me antoja un dispendio estéril esforzarse en confundir al personal adulto o infantil, como sucedió en su día con la teoría de conjuntos de Cantor, Russell y Zermelo, o con el nominalismo enredador de la gramatica estructuralista de Ferdinand Saussure, con sus “significados” y sus “significantes” penetrados de pringosa mermelada filosófica, cuando a los tiernos aprendices les venía justo para discernir entre sujeto, verbo y predicado. La gente intenta deslumbrar cuando no tiene qué decir, pero el afán de notoriedad nos impele a reinventar el mundo cada generación.
Estoy muy enfadado con el ordenador y no me esfuerzo en disimularlo. Y también con Jacobo al que parece que no pago. Pero es que el “software” es como ese colaborador inútil que en vez de resolver problemas los crea. Pero que va “entrepiés” como los gatos en el mondongo. Pues así como antes era un eficaz colaborador que no se hacía notar, ahora interrumpe y distrae la
atención dispensando advertencias, formulando preguntas o dando órdenes. (“Se ha detectado un error...” ¿Quién lo ha detectado? “Se”. ¿Y qué tengo que hacer ahora? “Pulse Alt Gr/Ctrl/&io ImpPl... y sino, Reinicie”)
Dios santo, menos mal que los aviadores no reciben esas instrucciones, porque se registrarían por lo menos dos accidentes cada vuelo. Y lo más sor-prendente es comparar las cautelas con que afronta cada decisión informática voluntaria (“¿Confirme que quiere hacer tal o cual cosa? Si lo hace, puede borrar estos archivos. Si acepta, pulse Enter...”) frente al descuido con que permite generar una catástrofe como borrar un archivo, cambiar su ubicación, mezclarlo con otro texto, o que lo escrito varíe alternativamente de tipo de letra, con solo que el leve puño de la camisa roce una tecla.
Si un becario actuase así, sería automáticamente despedido. (“¡No pre-gunte; resuelva!”, le habría gritado el jefe al comienzo de la mañana) Yo tenía un empleado que iba de un sitio al otro “azacanado”, sin hacer nada. Es lo que yo llamo “la aturdida actividad de los incompetentes”.

1 comentario:

  1. No te compliques la vida, querido Darío. Instala un sistema operativo libre (Ubuntu, por ejemplo, o Xubuntu si tu ordenador ya tiene algunos años) y se te acabarán los problemas. Es pura magia. De golpè te sentirás como liberado y al cabo del tiempo te preguntarás cómo pudiste sufrir tanto sin necesidad alguna. Te lo dice un amigo.

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