lunes, 4 de mayo de 2009

LA ARRIESGADA VERDAD

En el proceso de laificación --o laicización-- del antiguo Santoral en que tanto estamos avanzado, ayer 3 de mayo ya no fué el día de la Santa Cruz, san Alejandro I papa, san Felipe, Santiago y santa Violeta, sino el Día Mundial de la Libertad de Expresión, que no me parece una mala advocación por puro sentido de la justicia y por la inevitable querencia gremial hacia el oficio al que uno ha dedicado su vida.

Quiero decir que al lado de jornadas destinadas a enfatizar cuestiones adjetivas o actividades más o menos lúdicas, dedicar una fecha a poner de relieve la libertad de expresión y el riesgo de su carencia, se me antoja una iniciativa plausible, porque nadie está a salvo del capricho de un dictador o de recidivas de viejas afecciones contra las que nos considerábamos vacunados, como pensaban estarlo los alemanes de Hitler, los italianos de Mussolini, los soviéticos de Stalin, los franceses de Petain y los españoles de Franco, que esa sí que fué una pandemia que estuvo en un tris de infectar el Planeta.

No es una broma aunque hagamos por echarlo a tal, para quitarle dramatismo. En este año llevamos ya cien periodistas muertos, como tiempo atrás Julio Fuentes por unos esbirros en Afganistán; o como Julio Anguita Parrado, informador “incrustado” en la III División de Infantería de los Estados Unidos en Iraq, por una granada sin destino; o asesinados como el fotógrafo José Couso apostado en un balcón del Hotel Palestina de Bagdad cuya camara fotográfica --como las que vemos en el futbol--, “confundió” con un lanzagranadas --como los que vemos todos los días en los informativos--, un carro de combate USA que entraba en la ciudad; o como la editorialista Ana Politkóvskaia, crítica con la política de Putin, que pereció ametrallada al pie del ascensor de su casa, a la tercera tentativa, al igual que otros veintiun periodistas rusos que hay que anotar en la cuenta del antiguo jerarca del KGB, Silenciar, acallar, intimidar, amedrentar a la Verdad cuando el Poder no es capaz de rebatir los argumenos con palabras, son los procedimientos ensayados contra esos profesionales tal vez no mejores que otros, pero decididos a no dejarse comprar, acallar o intimidar, después de vencer también las reflexiones razonables de los más próximos que les tratan de irresponsables, de locos o de visionarios “porque nada va a cambiar”, porque es mejor que “cada cual esté a lo suyo”, porque “es absurdo hacer de Redentor”, porque “no te metas en nada”. Y cuando petenden denigrarlo no es más que un pobre diablo, y cuando intentan afenderle, un soberbio que se cree el Mesías.

Ayer fue nuestro día. Y el de los que se arriesgan por la Verdad peligrosamete para que los demás puedan ejercer el derecho a informarse, a saber, a conocer y a no dejarse mentir ni intimidar por el Poder.


www.dariovidal.com

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