miércoles, 13 de mayo de 2009

LA CIGARRA Y LA HORMIGA


Doy mi palabra de que no pretendo devaluar al presidente del Gobierno y de que no milito bajo ninguna obediencia, pero me desazona mucho su afectada impavidez de “Dontancredo” mientras el toro de la crisis, u otro cualquiera, hoza y escarba a sus pies. Confieso sin embargo que cuando hace maniobras de estrategia tan burdas como la de anunciar una ampliación de la Ley del Aborto o la liberalización de la “píldora del día después” para cualquiera y sin receta, dieciseis horas antes del “Debate sobre el estado de la Nación” --una nación sumida en el desánimo y el desconcierto-- me irrita. Menos mal que todo el mundo ha reconocido la artimaña y no ha querido secundar la maniobra de distracción. Si hubiera tenido socios, probablemente algunos hubiesen simulado que caían en la trampa para desvirtuar el debate.
El anuncio de esa iniciativa voceado por las alegres chicas de Colsada pretende desviar la atención desde un problema acuciante de paro, hambre y subsistencia, a una actividad lúdica propia de los días de fiesta, asueto y relajo, o de “la fiebre del sábado noche”, que es la parcela a la que está dedicada con carácter no exclusivo sino obsesivo, la comisaria de actividades vaginales (CAV) doña Bibiana Aído.
Todo es cuestión de prioridades desde luego. Y hay quien puede preferir estar mal comido a estar mal jodido. Pero esta última actividad hay que convenir que se inscribe en la esfera de lo contingente, a no ser que se conciba –dicho sea con toda propiedad-- como una tarea exclusivamente procreadora, bíblica, laboral y patriótica, que es como la contempla el santo Ministro de Trabajo don Celestino Corbacho, quien acaba de menifestar más sensatamente que “para la sostenibilidad futura del sistema de pensiones, lo primero es impulsar la natalidad” y no como la frívola y alocada CAV, Bibí Aído, que propugna el “aquí te pillo, aquí te mato” mucho más divertido desde luego, porque convierte la existencia en un gozoso, sensual y colorista carnaval. Pero Corbacho es la hormiga y Aído el cigarrón de la fábula.
En todo caso, los grupos políticos no entraron al trapo ni pisaron las pieles de plátano del aborto, la pastilla postcoital, ni otras de menor entidad con que se había sembrado el pavimento, si bien el presidente Zapatero contribuyó repartiendo ordenadores a los niños como si fueran piruletas, la entrada para la adquisición de automóviles a los adultos –que estan en el paro--, y facilidades para hacerse con las viviendas del “stock” almacenado, a las parejas que no encuentran trabajo. Todo con la dispersión de unos fuegos de artificio. El único que construyó un discurso conciliador a pesar de su dureza fue el señor Durán i Lleida, el hombre que tal vez necesitaríamos hoy para salir mañana de la crisis.

www.dariovidal.com

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