Este oscuro chico de León recriado en Valladolid (“¡De Valladoliz, pintor!”) cuya apasionante biografía ha consistido en estar en las Cortes de oyente desde que se afilió al partido, da cada día un paso para conquistar la notoriedad y, sobre todo, para perpetuarse en el poder a cualquier precio. Un ejercicio funambulesco para el que no tiene el talento, la sutileza, la inteligencia y las maneras de Aldo Moro, que terminó indisponiendo contra él a las Logias, a la CIA de Henry Kissinger el Premio Nóbel de la Paz, y a las Brigadas Rojas, a fuerza de sutiles pactos imposibles.
Este rudimentario “aprendiz de brujo”, tan torpe que todos adivinan a donde va antes de que vaya, está indisponiendo contra él cada vez a mayor número de votantes, pero ello sin embargo no va a evitar que este país demesurado, que tantas veces se ha desgarrado en enfrentamientos crueles, se polarice entre filias y fobias exasperando a los demonios familiares. Una irresponsabilidad peligrosa que no se saldará ni con su derrota, aunque bien mirado ¡está como para competir, la oposición!
En esa desbocada carrera hacia el abismo en que va dejando cada vez más perjudicados sin querer reparar en ello, un día cercano no va a poder tomar la curva, y como no ha leído “Los intereses creados”, las víctimas de su aturdimiento no estarán de su parte porque habrán descubierto que –bueno o malo-- no es un presidente de la nación, sino el predicador de una secta que no vacila en modificar el dogma y la doctrina para lucrarse personalmente del cambio, sin dar tiempo a que se reacomoden los fieles hasta que se instalan en la confusión y aceptan el relativismo y las contradicciones. Llega incluso a imitar al General con la argucia de tachar, como él, de antipatriotas y antiespañoles a quienes únicamente no estaban de acuerdo con sus dictados, como ha hecho ahora abriendo la caja de Pandora al motejar de anticatalanes a quienes denuncian su acomodaticia negociación con un partido --Esquerra Republicana de Catalunya-- para comprar su voto, que no está en venta como no tardará a comprobar.
Su chantaje --vergonzosamente franquista-- de identificar a cuantos son críticos con su praxis política, como enemigos de Cataluña, deja a los catalanes no adscritos a ERC –cuyo portavoz Puigcercós calificó el éxito de la financiación como el paso previo a la independencia-- tan desarmados como a los “botiflers” (traidores) que, aún sintiéndose catalanes, no se identifican con la idea de separarse del resto de España. El que detenta la presidencia burlando su promesa ante la Biblia, no quiere que se declaren “catalanófilos” quienes no comulguen con sus propósitos, sus pactos y sus ruedas de molino.
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