Te hemos dejado Oscar. Todo se ha puesto en contra en la cota 6.300 de la arista norte del Latok II en nuestro inimaginable Karakorum al que llegaste desde tu Huesca cálida y humana. Hemos dicho que nos ha vencido la montaña y puede que así haya sido porque las autoridades de Paquistan no dejaban subir a por ti por falta de no sé qué trámites y al tibio Gobierno de tu país le ha venido grande incluso esa gestión. Y ahora el temporal ha llegado con su ulular temible antes de lo previsto y la nieve cubre tu “igloo” de fibra, y los helicópteros que no pueden descender en tu repisa helada, no han logrado siquiera descubrirte.
No hemos podido, Oscar, o no hemos sabido. Pero todos estábamos en el campo base –aún residiendo lejos-- mirando hacia arriba cuando las nubes nos hacían un hueco. ¿Cómo no tenías un medio para comunicarte con la cordada? No sé si has oido las aspas sincopadas de ese ascensor sin alas que te sobrevolaba buscándote sin verte, supuesto que en algún momento hayan cedido los dolores de tu pierna y tu muñeca fracturadas, antes de que las anestesise el frío, reduciéndote a la invalidez pese a tu temple.
Ahora, si estas despierto, déjate vencer por el sueño dulce del frío y no dejes que te abata el pensamiento de que nadie va a llegar a tu lado. Pero sobre todo, no pierdas la esperanza. Cuando el viento ruja allá arriba y la tienda flamée como si fuera a arrancarse, imagina que es la turbulencia del aparato que baja a recogere. No se si rezabas pero eso infunde paz. Ten ahora un pensamiento para tu peña de Guara. Sosiégate, compañero. Y piensa que aunque duermas, subirán a por tí.
Darío Vidal
17/08/2009
No hemos podido, Oscar, o no hemos sabido. Pero todos estábamos en el campo base –aún residiendo lejos-- mirando hacia arriba cuando las nubes nos hacían un hueco. ¿Cómo no tenías un medio para comunicarte con la cordada? No sé si has oido las aspas sincopadas de ese ascensor sin alas que te sobrevolaba buscándote sin verte, supuesto que en algún momento hayan cedido los dolores de tu pierna y tu muñeca fracturadas, antes de que las anestesise el frío, reduciéndote a la invalidez pese a tu temple.
Ahora, si estas despierto, déjate vencer por el sueño dulce del frío y no dejes que te abata el pensamiento de que nadie va a llegar a tu lado. Pero sobre todo, no pierdas la esperanza. Cuando el viento ruja allá arriba y la tienda flamée como si fuera a arrancarse, imagina que es la turbulencia del aparato que baja a recogere. No se si rezabas pero eso infunde paz. Ten ahora un pensamiento para tu peña de Guara. Sosiégate, compañero. Y piensa que aunque duermas, subirán a por tí.
Darío Vidal
17/08/2009
Me ha emocionado tan profundamente, que no puedo dejar de leerlo desde que lo publicaste, me lo he adueñado (con referencias al autor, por supuesto) en mi facebook, porque me pareció tan desgarrador y tan hermoso, que me hizo llorar el requiem.
ResponderEliminarGracias por escribir. Miles de gracias.
Ángeles.