viernes, 14 de agosto de 2009

TIBIAS Y CALAVERAS


Este es el país de lo desmedido, del disparate y el esperpento, en que cualquier actitud razonable puede convertirse en caricatura. Por eso no nos toman en serio. Ahí tienen al pasmarote de Moratinos que se postulaba como el interlocutor mas cualificado con los países árabes --el Cid y Ali Bey en una pieza--, que no logra que le dejen sacar a un alpinista herido de una pared del Karakorum en Pakistán. Bravo mediador. Mas si algo le sucede a Oscar Pérez, la culpa no será de Asif Ali Zardari sino de este pobre diablo que cree avanzar reculando y a él habrá que pedir responsabilidades. Pues resulta que esos países domésticos y amigos que “le comen en la mano”, no lo reconocen al pasar. Los faroles pueden tener gracia en la barra del bar pero son inadmisibles a la hora de enfrentarse a los problemas.
Hay comandos zapateriles que están más por la labor y aprovechan la Patente de Corso que les libró el “boss” como si fuera a acabarse el mundo. Por eso a quien Zapatero debería poner al frente de Exteriores es al hábil “maraquero” y vocalista Teddy Bautista –¡que bonito pareado!-- que es capaz da abrirse camino utilizando todas las artes para alcanzar su objetivo. Ahora mismo, vuelto “capo” principal de la Sociedad de Autores acaba de gestar el disparate mas hilarante que pueda imaginarse. Acaba de pedir no se cuantos miles de euros a todo un pueblo extremeño por representar “El Alcalde de Zalamea” para que el autor don Pedro Calderón de la Barca –al que Dios tiene en su Gloria desde el siglo XVII-- cobre sus derechos, que presumiblemente iran a parar a los bolsillos de estos linces que parasitan la memoria y el talento de nuestro dramaturgo mas señero, y sajan los bolsillos de los honrados vecinos de La Sagra que claman por la vuelta de Pero Crespo.
La próxima iniciativa puede ser cobrar los derechos del Quijote para mitigar las estrecheces crónicas de Don Miguel de Carvantes. Y aún no sé por qué se han privado de hacer lo mismo con las novelas picarescas de dudosa autoría o “La Celestina”, ya que al parecer su supuesto autor, Fernando de Rojas, nunca existió, y así se ahorrarán los sobresaltos de fantasmas indignados y la ira de los autores afectados por esta estafa “post mortem” de la que sus espectros --tan vanidosos, celosos y puntillosos como los de todos los artistas, escritores y poetas--, están hasta los pelos.
No saben en que avispero se han metido los secuaces de don Teddy, aunque digan que no pretenden cobrar a los de Zalamea por su "Alcalde" sino por la versión que han abreviado para el caso. Los cristianos inocentes a los que nos piden “rakket” por un DVD, un CD, o el ordenador, vamos a ser vengados de los de las tibias y la calavera por los fantasmas. Aunque sean ellos los que nos llamen piratas.

Darío Vidal
15/08/2009

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