miércoles, 9 de septiembre de 2009

La gripe, desvanecida


Los colegios de Medicos de Zaragoza y de Madrid desautorizaron la postura de la OMS en relación con la Gripe A --que debió llamarse F de fantasma--, y ahora que la propia Organización Mundial de la Salud ha reconocido pública y oficialmente que ésta supuesta pandemia carece de morbilidad y de peligro, el de Tarragona ha manifestado, lástima que un poco tarde, que no hay que temer por la salud. Menos mal. Algunos intrusos en materia sanitaria habíamos tenido la audacia de anticipar que no era más que un invento urdido a ciertos niveles para distraer a la población mansa y pasiva de la catástrofe económica. Y tan solo unos días después de que las autoridades financieras revelasen que los primeros países emergían de la crisis, se ha desvanecido la ficción. Una ficción que ha costado demasiado dinero e incontables molestias.
¿Quién resarcirá a los estudiantes españoles en viaje de fin de curso, retenidos en un hotel de China por su causa; quién pagará al Estado español –y a los otros-- los dispendios en vacunas y los gastos originados por esa ficción; quién pedirá cuentas de los daños iatrogénicos causados por el pernicioso “Tamiflú” a la población tratada con él; quién sentará en el banquillo a los inspiradores de este faude, a los laboratorios beneficiados que explotan las licencias registradas por Donald Rumsfeld y su socio George W. Bush; quién desenmascarará a los encubridores, los logreros y los comisionistas de este turbio negocio? Y sobre todo ¿a quién se pedirán responsabilidades por la postura de la OMS alentando esta sucia operación mercantil? No a su secretaria general Margareth Chan, que ha estado alimentando el pánico de la población hasta hace pocas semanas, al amparo del inmerecido prestigio de la institución que preside.
No se preocupen. No dimitirán los que ya se han llenado los bolsillos con la calderilla de los laboratorios, y tampoco los cesará nadie. Desde la lejanía inerme y candorosa de las “provincias”, se tiende a creer que las personas que rigen los destinos del Planeta son gente recta, preparada y honesta. Nada más lejos. Se trata en muchos casos de funcionarios venales, corruptos e inmorales, hechos del mismo barro que los más próximos, pero con un poder que excede nuestra capacidad de control.
He aquí una evidencia que debería inducirnos a reconsiderar si esas organizaciones supranacionales son o no son útiles, eficaces y sobre todo fiables, ya que la ONU no sirve para promover la paz, proteger a los débiles e imponer la Justicia, lo mismo que la FAO, la UNICEF y las otras hijuelas, como ésta OMS miserable que tanto dinero nos cuesta y cuyas miserias hemos empezado a conocer.

Darío Vidal
09/09/2009

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