domingo, 1 de noviembre de 2009

Justicia y ludibrio


No me caen simpáticos los que afanan la guita. En absuluto, Y quiero que cumplan sus penas “como cualquier animal”, sobre todo cuando se llevan lo de todos. No les deseo un trato especial pero ni en un sentido ni en otro. Es bochornoso que se les lleve entre algodones porque son Don Fulano o Don Zutano, pero es indecoroso que se les conduzca de modo vejatorio y humillante. Y mucho más si no se han pronunciado los jueces sobre su culpabilidad, aunque parezca evidente.

Mas precisamente estos días hemos asistido a comportamientos muy distintos de los jueces instructores, según de quien se tratara. Desde el señor Millet que acudió y salío de su entrevista con el juez barcelonés conducido por su propio chofer y ha quedado en libertad con cargos por la gestión fraudulenta del “Palau de la Música Catalana” con que se han enriquecido él y sus amigos a lo largo de muchos años, hasta el caso de los “ex-consellers” de Jordi Pujol, Maciá Alavedra y Prenafeta, imputados por prevaricación, cohecho, trafico de influencias y apropiación indebida, es cierto, pero a quienes el instructor no ha ahorrado la exposición pública, la conducción hasta la Audiencia Nacional en furgón celular y el acarreo personal del saco de basura con las pertenencias que podían llevar a sus celdas, tarea doblemente penosa porque lo hicieron esposados y en posición forzada. “Ecce Homo” --, pareció señalar el juez a los fotógrafos.

Hace unos meses pasearon por Palma a dos imputados del caso del velódromo Palma-Arema de la misma forma y esposados por la misma mano para que no pudieran ocultar los grilletes, y cuando en aquel caso el PP se quejó de la indignidad del procedimiento, el magistrado –ustedes lo recuerdan-- y el ministro Pérez Rubalcaba dijeron que eso habría sido cosa de la Policía, como si los policías no se atuvieren a un estricto protocolo de actuacion

Esos no son caprichos de los policías, ni son ellos quienes hacen parar los coches a una decena de metros de la puerta de la Audiencia, ni los que se ocupan de avisar a los periodistas para que los imputados hagan bien el paseíllo a la vista de todos, incluídas las cámaras de las televisiones. Esas decisiones se toman a más altas instancias, aunque no sé a qué nivel ni con qué propósito.

Insisto en que me repugnan por igual los que roban que los que estafan o se lo llevan crudo haciendo recalificar terrenos después de haberlos adquirido a bajo precio, a veces con amenazas como hacían los agentes de “Unión Pacífico” en el lejano Oeste. Pero del mismo modo que demando rigor en las penas, exijo respeto para los justiciables. Siempre

Darío Vidal
01/11/2009

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