lunes, 2 de noviembre de 2009

Purgar las culpas


No, no voy a hablar de inculpados y detenidos. Es domingo y nos vamos a dar asueto. Quería referirme a una conversación de Eduard Punset en su excelente programa divulgativo “Redes”, con el investigador Richard Wiseman, uno de los pioneros de la propiacepción y descubridor de la cara oculta del comportamiento nimio e intrascendente

El profesor Wiseman está comenzando a desvelar esas corazonadas que nos hacen desconfiar de ciertos comportamientos o de algunas personas a primera vista, y sin embargo favorecen que nos abramos a otras sin ningún recelo ni cautela ignorando por qué, del mismo modo que nos adherimos a ciertas supersticiones, manías y comportamientos inexplicables. Acaba de publicar su último libro sobre una que llama nueva ciencia de la vida cotidiana y lo ha titulado “Quirkology”. Lo que ha dado ocasión a traducirlo al español con el castizo neologismo de “Rarología” y convertirse en un fenómeno “mediático” --disculpen el odioso palabro-- porque se atreve con cuestiones enigmáticas como la oración, la belleza y el aburrimiento.

Paso por alto muchos pormenores, pero quiero detenerme en el hecho de que sean mas duraderas las certificaciones de garantia de los electrodomésticos que adquirimos para irnos a vivir con alguien, que la relación que nos vincula. La culpa de nuestra fragilidad afectiva tal vez radica en la incapacidad de revertir las condiciones de nuestra existencia, condicionando con nuestro propio cuerpo los estados de ánimo negativos. Y esto si que me parece un hallazgo.“Si no puedes lo que quieres, quiere lo que puedes”, dijo un sabio varón prudentísimo.

En cualquier caso, todos hemos tenido el atisbo de que podíamos actuar de fuera adentro, desde el cuerpo hacia el espíritu. Lo sabíamos de manera inconsciente: nadie va a pedir trabajo ni se presenta a un examen con porte de vencido.“Yérguete, sonríe, adopta una actitud decidida e inspira hondo”. Ese era el consejo de la experiencia. Y funcionaba. Lo que quiere decir que detrás había algo que está hallando el psicólogo estadounidense. Si estamos decaídos, hay que actuar exhibiendo optimismo. Pero no hacia afuera sino para nosotros mismos, que tenemos que ser los convencidos.

A tal punto ha llegado Wiseman, que induce el hábito de sonreir forzando la posición de los labios mientras sostienen un lápiz. Esto es solo la anécdota, pero cabe imaginar el cambio de una sociedad que, sin fingir, adopta actitudes positivas, y la nueva relación de las parejas que intenten ser mejores el uno para el otro evitando el reproche. Y aquí quería llegar, porque Wiseman ha descubierto que para hacer olvidar un mal gesto, es preciso hacer cinco o seis buenas acciones. La “penitencia”.

Darío Vidal
02/11/2009

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