jueves, 19 de noviembre de 2009

Un genio diplomático







La política exterior española constituye motivo de orgullo de propios y envidia y pasmo de extraños. En un abrir y cerrar de ojos, “los batuecos” --como nos nombraba conmiserativamente don Jaime Capmany--, hemos cosechado nuevas victorias diplomáticas.

A las reiteradas provocaciones de las patrulleras inglesas del Peñón contra los barcos españoles en la Bahía de Algeciras a que ayer nos referíamos y la liberación de los marineros del atunero “Alakrana” tras un saqueo de cuarenta y siete días en la costa de Somalia, hay que sumar la brillante gestión de la crisis abierta por la activista saharaui Aminatu Haidar a la que la policía marroquí no permite regresar a El Aaiún y Moratinos retiene en Lanzarote, en cuyo aeropuerto se ha puesto en huelga de hambre aduciendo que el Ministro español la ha traicionado.

Otra cosa no será Moratinos, puede que ni Ministro porque no creo que haya ido a la escuela donde habría aprendido que en cuanto uno se arruga le llueven los soplamocos por todas partes, pero no cabe duda de que es un sagaz negociador y un genio de la diplomacia, aunque en su clase se llevara todas las tortas. O es que no repararon en la cara de pasmo que exhibía cuando los congresistas se pusieron a aplaudirle celebrando sus triunfos “excesivos” reconociéndole como el ministro más holgazán --y por ello menos previsor-- de la reciente Historia de España, con esa actitud de anélido céreo y blanquinoso de mirada entre asombrada e indolente, que parece salir del corazón de una manzana.

A mi me pareció que sus correligionarios eran crueles como los chicos del colegio. Mas cuando poco después escuché a lo más granado de la “nomenklatura” (De la Vega, Zapatero, Chacón y él mismo) ponderar “ad nauseam” que todo se había desarrollado dentro de la legalidad más estricta, comencé a sospechar que se había pagado rescate.

Tiempo habrá, si no lo impide el cielo, para referirnos a la arrogante provocación británica en Gibraltar y la torpe deslealtad de Moratinos con “la Gandhi saharaui” reconocida, condecorada y distinguida en medio mundo, pero conviene valorar ahora el exitoso desenlace del apresamiento del “Alakrana” por cuya tripulación pedían los piratas un rescate.

Pues bien, el desdén, la demora, la descoordinación y la impericia de nuestra diplomacia, ha supuesto pagar el negado rescate, otro por los tripulantes de un yate británico también retenido, dejar en libertad a los más de sesenta piratas que se alojaban en el pesquero, y, además, proporcionar adiestramiento militar a 2000 jóvenes somalíes, “para comernos mejor”.

Da gusto negociar con Moratinos.

Darío Vidal
19/11/2009

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