sábado, 12 de diciembre de 2009

Nos oponemos a oponernos


Nos hallamas en la tesitura de aquel montañero aterrado y descreído que, balanceándose de una rama sobre el abismo, escuchó la voz del Cielo: “Ten fe y los ángeles del Señor vendrán a rescatarte”. A lo que el pobre hombre espondió en voz bajita: “¿Y no hay alguien más a mano?”

Parece que se hayan concertado contra nosotros todos los demonios o que nos quede alguna histórica deuda colectiva que pagar todavía, después de tantos siglos de desierto y lo que ha caído. Pero es el caso que este Gobierno no está con nosotros en los asuntos internos, ocupado al parecer en dinamitarnos desde la propia entraña, ni está tampoco defendiéndonos de lo que se nos viene encima desde el exterior. El señor Zapatero --o lo que sea-- ha conseguido no solo que carezcamos de Ejecutivo sino que nos hayamos quedado sin Estado o poco menos. Nunca los enemigos de lo que somos y significamos han estado tan arraigados en nuestras propias vísceras.

Y si acudimos a la Justicia, convertida en una especie de ruleta rusa menos predecible que el azar porque se halla sometida a la volubilidad de los caprichos humanos -demasiado humanos-, nos enfrentamos a dictámenes arbitrarios que pueden darnos por inocentes o arrumbarnos en el angosto calabozo de los réprobos, como suelen maldecir esos perpetuos “culpables” desposeídos de crédito y de defensa que habitan las chabolas del suburbio. "Pleitos tengas y los ganes".

Mas no tenemos mejor fortuna si acudimos a refugiarnos entre los trabajadores. Los sindicatos, siento decirlo, son un decorado, un trampantojo esperpéntico, una burla. Constituyen organismos tan fósiles e inanes que sus dirigentes no se han tomado siquiera la molestia de rebautizar los conceptos, repensar su tarea, adecuar su estrategia, fijar los objetivos y replantearse los nuevos retos de una sociedad cambiante en que los peores trabajos han sido asignados a “no trabajadores”, esto es a pobres diablos “clandestinos” sin representación, amparo ni derechos. ¿Cual es el cometido de estas gigantes organizaciones generosamente subvencionadas y servilmente amaestradas?

Hoy mismo, esta misma tarde, ahora, están diciendo desde la “mani” fantasmal de Madrid, carente de motivo, pretexto, lema, ni propósito, que éste acontecimiento marcará un antes y un después en nuestra historia sindical. Vamos, como las Navas de Tolosa, el descubrimiento de América, el 2 de mayo de 1808 y el inicio de la Guerra Civil. Vocean una demanda angelical: "No se aprovechen de la crisis”. ¿Quiénes?

¿Y quien la combate, y cuántos la han dejado medrar?

“Nos oponemos a oponernos”, parecen decir.


Darío Vidal
12/12/2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario