sábado, 10 de abril de 2010

El aeropuerto de "Motorland"




Acabo de leer en “La Comarca” que va a acometerse un estudio de viabilidad del antiguo aeródromo de Puig Moreno, enclavado en el término alcañizano del Cabezo Negro entre cuyas cenizas, acaso volcánicas, se vislumbra apenas la boca cegada de la cueva de La Infernalera, que como ustedes supondrán era una de las tenebrosas entradas del averno y en la que desaparecieron, hasta el siglo XIX, algunos de los muchachos más audaces y atrevidos del contorno. Aunque es posible que tuviesen más que decir en ello los espeleólogos que los demonios.

La iniciativa parece que está patrocinada por “Motorland”, la versión anglosajona, imprescindible y modernísima del que llamamos durante casi cincuenta años “Circuito Guadalope”, aunque entonces la prueba ideada y organizada por el doctor Repollés era voluntarista, sobrehumana y heróica. Y el trazado automovilístico discurría por territorio urbano.

Pero a los que íbamos.

El año 1971, al poco de obtener la licencia de piloto civil, propuse la creación de un aeródromo en Alcañiz para favorecer la implantación de nuevas empresas en el polígono de Las Horcas, ya que había interesado a algunos industriales importantes dispuestos a explotar los materias primas “in situ”, pero en casa me miraban como si propusiera acercar la Estanca al Mediterráneo.

No sirvieron de nada argumentos tan sólidos como los datos de la experiencia ni los resultados de la investigación sociológica. Aunque se sabía por estudios efectuados en la Universiad de California, que cada aeropuerto nuevo de tipo medio que se crea, representa un crecimiento exponencial de la economía de la zona, de modo que al quinto año de funcionamiento, la riqueza de la comarca experimenta un crecimiento de entre el doce y el dieciseis por ciento acumulativo anual.

De todos modos, descontando la vertiente económica del evento, este propósito no era novedoso. El aviador alcañizano Zacarías Navarro había habilitado campos de vuelo en La Salada, y diseñado, construido y pilotado varios aparatos a motor y a vela. Había nacido cuando el segundo ensayo de Wilbur y Orville Wright del año 1908 en Fort Myer (Virginia), conocidos ya los primeros experimentos en 1903 del “Flyer I” en Kitty Hawk, y volar fue su pasión, su devoción y su reto. Esa actitud le granjeó la admiración y el respeto de otros precoces aeronautas que le escribían y consultaban sobre la experiencia que había acumulado como ingeniero autodidacta.

Desgraciadamente Zacarías dejó la vida probando uno de sus ligeros aeroplanos al sobrevenirle una racha súbita que provocó una pérdida de sustentación cerca del suelo. Pero imagino que sería feliz si “Motorland” posibilitase su sueño, aunque fuese en principio sólo acercando mercancias y pasaje, y posibilitando evacuaciones mediante aviones de despegue corto tipo “Stol” y helipuertos, al socaire de los distintos circuitos.

Un aeropuerto menor o de tipo medio puede ser, aunque algunos aún no lo crean, el fulminante de la gran expansión.

Darío Vidal
10/04/2010

1 comentario:

  1. Si alguna vez hubiera un aeródromo en Alcañiz, que mejor nombre que Zacarías Navarro en homenaje a este entusiasta del vuelo.

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