martes, 27 de abril de 2010

La toca islámica


Se dice que cuando el Diablo no sabe qué hacer, mata moscas con el rabo. No sé qué puede haber de cierto en ese aserto porque Belcebú ha sido entronizado como Señor de las Moscas. Y no me parece aceptable, ético ni honesto que se dedique a exterminar insectos por muy molestos que sean.

Los hablantes contemporáneos, menos sensibles a las mitologías, se refieren a los enredos sustentados con artificio y a los argumentos prendidos con alfileres, sencillamente como "marear la perdiz”, que es empeño de políticos y distracción de diletantes.

Aunque los discutidores compulsivos se hallan clasificados en el sistema taxonómico linneano desde hace mucho tiempo (“homo disserens”, creo que es) a mi me parece que la moda universalmente extendida dimana de la implantación de la Democracia en Atenas con la desordenada proliferación de sofistas y “sopistas” que hicieron un oficio de embrollar las cosas.

Los cristianos bizantinos, tentados a matar también las moscas con el rabo, penetraron en terrenos tan resbaladizos como la averiguación del sexo de los ángeles --que los cabalistas hebreos se habían tomado muy a pecho-- y la inquisición sobre si el Maligno era capaz de tomar forma de hombre o de mujer (“íncubo” o “súcubo”) con lo que anduvieron entretenidos, erectos y arrechos durante algunos siglos. Y no diré que algún celoso despechado no hiciese pagar con la vida a alguna angelical diablesa.

Lo malo es cuando culpan de pecado a la ironía, como hacían los bizantinos del siglo IX y siguen haciendo los musulmanes del XXI. Y ahí es donde entra en juego la astucia de los "creyentes” y las simpleza de los descreídos que desdeñan cuanto ignoran. Y lo ignoran casi todo.

Por ejemplo, nuestros líderes --analfabetos titulados muchas veces-- confunden lo primordial con lo accesorio, lo substantivo con lo adjetivo y lo esencial con lo instrumental. De modo que omiten el estudio de la Historia para cursar Idiomas, y rechazan iniciarse en la complejidad del Pensamiento para hacer cursos de Informática. Todo importante, pero a su tiempo.

Y en el desorden de ese laberinto, una niña (o papá) musulmana recien llegada, dice un día que se cubre con el “hiyab” o velo islámico, como el que usaban nuestras bisabuelas viudas, porque le ha sobrevenido la menarquia. Y que, aunque los padres de ochocientos alumnos con sus profesores elaboraron mucho antes un reglamento para que los chicos del Instituto no fueran cubiertos en las aulas y observaran cierta disciplina, llevará el tocado porque, si no, los acusara de racistas y enemigos del Islam. Y los que solo conocen idiomas, enmudecen.


Darío Vidal
27/04/2010


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