jueves, 29 de abril de 2010

Un milagro para España


Grecia está malherida, Portugal amenazada y España, que acaba de perder rango en la calificación de una de las agencias evaluadoras del crédito financiero –la Standard and Poor's de la McGraw-Hill--, ha puesto las barbas a remojar. Pese a que el piadoso suicida de la Moncloa pida que “esperemos y confiemos”, que dentro de un mes nos recuperaremos. O sea, si Dios quiere. Y debe ser cierto: hace un año que lo viene diciendo.

Lo que parece más dificil es que se produzca el milagro viviendo él en la Moncloa dedicado a fabricar conflictos y no a resolver el gran entuerto que debería quitarle el sueño si fuese responsable, porque el propio Barak Obama advertía hace unos días que si no desactivábamos a los especuladores, vamos a comprometer incluso el futuro de nuestros hijos.

Y henos aquí, a este lado de Europa como allá, sintiendo que nos ponen orejas de burro por un examen que nosotros no hemos suspendido. Porque el común de los remeros de este mar nos ocupamos de bogar en el sentido y con la estrategia que plantean los patrones y marcan los cómitres, mientras parte de la tripulación se cae al agua.

No somos nosotros los culpables de la atroz economía, sino los que la programan y mandan en los partidos. Lo mismo que los amos de los sindicatos que se lo llevan de rositas tras ponerse del otro lado de los trabajadores mientras estos papan moscas. ¿Se acuerda alguien de lo que se han embolsado los sindicatos este año? Pues hagan memoria y averigüen donde ha ido a parar.

Pero como en Europa no pueden actuar mas que los políticos y los sindicatos, los ciudadanos no tenemos voz ni voto. Ni culpa de lo que sucede a nuestras espaldas. Sabemos que nos han empujado a vivir por encima de nuestras posibilidades pero ignoramos qué riqueza hemos perdido. Tememos que nos apliquen un ajuste duro, pero en España nadie se atreve a decidir. Lo que afirma Elena Salgado es que “tenemos un plan para la reducción del déficit”, pero debe ser secreto porque nadie lo conoce. Aunque parece posponerlo a “cuando se arregle lo de Grecia”

Parece que el Gobierno mas descreído del contorno, cifra la solución de los verdaderos problemas en la intervención de la Providencia. Pero no basta con “la fe sin obras”, como decían los predicadores. Cuando una nación desprecia la austeridad como España, gasta el doble de lo que ingresa y lo fía todo a la subida de impuestos sin atender a que el 70% del gasto público se debe a las autonomías --que por cierto van a implantar ahora la traducción simultánea en el Senado con un gasto inútil, estéril y ruinoso-- no se puede culpar a la coyuntura de la crisis.


Darío Vidal
29/04/2010

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