viernes, 16 de abril de 2010

¿También perjuro?


Un acusado no está obligado a decir la verdad en su perjuicio. De modo que no tiene por qué jurar, al revés que en las películas de americanos, aquello de “decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad”. Pero está muy feo que mienta, a pesar de todo.

Nadie puede confiar en un juez que miente, aunque lo haga para eludir responsabilidades. Mas aún: si la razón es esa, no solo pierde crédito sino todo vestigio de honorabilidad. Porque si cree que no ha delinquido, nada le impide decir la verdad.

Pues bien, nuestro en otro tiempo admirado juez Garzón, mintió ayer ante el juez Instructor del Tribunal Supremo, Manuel Marchena, negando que tuviera parte en la decisión del Banco de Santander, de subvencionar su participación en los cursos del Centro Rey Juan Carlos de la Universidad de Nueva York.

Frente a la evidencia de sus cartas solicitando ayuda de Emilio Botín, del que cobró más de 79 millones de pesetas sin renunciar a sus emolumentos como juez pese a que se hallaba en periodo de excedencia, aseguró que “los cursos obedecieron a una propuesta de la Universidad de Nueva York sin intervención personal mía”. Igual que la estancia de 15 meses con sus familiares, la matrícula de una hija suya en EEUU y los numerosos viajes que realizaron a España en ese tiempo. Fue todo --pese a las reiteradas pruebas documentales--, obra del desprendimiento, la generosidad y la increible munificiencia de la Universidad neoyorquina.

Y esa munificencia de una universidad extranjera, pagada no obstante por Emilio Botín, nada tuvo que ver, según él, con el hecho sorprendente de que se paralizase la instrucción de una causa contra el banquero que debía llevar él por aquellas fechas. “La cantidad cobrada en concepto de honorarios –manifestó ayer al juez-- no tiene absolutamente nada que ver con el Banco de Santander”. Y por ello “ninguna causa de abstencion (en la causa) me afectaba”.

Sin embargo el 20 de enero de 2006 se dirigía al dueño del Santander proponiendo a la institucion universitaria neoyorquina una serie de coloquios “que se celebrarán si disponemos de financiación suficiente” y después “sometía a (su) consideración una propuesta bastante concreta” quedando “a la espera de tus noticias” y terminaba: “Te adjunto la propuesta y el presupuesto”.

“Los dioses ciegan a quienes quieren perder”
-- dice el “Baghavad Gita”. Y Garzón niega, cegado, su relación con Botín, igual que un raterillo.


Darío Vidal
16/04/2010

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