viernes, 7 de mayo de 2010

Televisión Digital


¿Han tenido curiosidad por saber qué es eso de la Televisión Digital Terrestre? ¿Piensan que hemos obtenido algo a cambio de las múltiples molestias y el despilfarro?

Voy a intentar explicar por qué tanto dinero, tanto cambio de receptor, tanto adaptador, tanta extorsión, tanta incomodidad y tanto engorro, incluso con el peonaje esparcido por las todas las casas de la ciudad para que los pacientes pudieran seguir idiotizándose con la televisión lela o tóxica, y su invasivo márketing, sus intrincados secretos para iniciados, y su empeño por acceder a un producto mediocre que nadie ha demandado y se interrumpe muchas veces con la frustración del rótulo “Sin señal”.

Sin señal. ¿Qué ha sido de ella, dónde se esconde, quién la está escamoteado, por qué se oculta? ¿Que es lo que no han resuelto de esta envidiable tecnología punta? Y sobre todo ¿por qué razón este prodigio del progreso va a exigir que lo cambiemos por un nuevo sistema que demandará la sustitución de receptores de TV, inservibles dentro de otro par de años?

¿Echaba alguien en falta la Televisión Digital Terrestre? Por mucho que nos vendan la moto, nadie. Nos bastaría, además, con observar los resultados y mirar la pantalla, para desengañarnos. Aunque no aparezca en el momento de máximo interés del programa el “Sin señal” que nos hace recordar las teorías del prestigioso doctor Murphy y las madres de algunos ingenieros más próximos.

El reciente cambio de receptores y el que se anuncia ya antes de pagar el dispendio precedente, tiene una ventaja. Eso sí. Aunque no se vea mejor la imágen, ni existan mas ofertas que las viejas películas enlatadas, tienen la ventaja de tentar, incitar, excitar, provocar y forzar al padre de familia, a la adolescente de serial sudamericano y al abuelo jubilata del Madrid, a gastar lo que no tienen, para adquirir una nube de humo: una imprescindible/prescindible mejora inexistente. Eso sí: valiendose de las más transparentes reglas del mercado, como el expeditivo procedimiento democrático de privar a la buena gente de otras alternativas. Y aprevechando la favorable coyuntura económia de una sociedad expansiva, despreocupada, consumista y boyante como la européa de 2010.

¿Sáben para qué sirve este invento? No para que ustedes mejoren sus opciones de ocio, exploren la variedad de las interesantes parrillas ni gocen de mejores programas, sino para que los operadores puedan ofrecer más canales y la publicidad se oferte a más cadenas. Pero necesitan que ustedes se lo crean. Y paguen. No están a nuestro servicio. Son simplemente el desagüe de una avaricia publicitaria difícilmente fiable y dudosamente ética.


Darío Vidal
07/05/2010

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