lunes, 21 de junio de 2010

El fútbol y la gente


Escribo cuando aún no nos hemos metido en Honduras. Caímos en el pozo de los suizos jugando mejor que ellos, pero sin velocidad para evitar que hicieran el muro a cada llegada. Dábamos tiempo para que tapiaran la puerta. Y cuando no lo lograron, no tuvimos fortuna. Pero también eso es equivocarse. España falló pero jugó y pudo ganar, en tanto que Suiza no pasó de taparse e intentar trabarse en el “clinch”.

Sin embargo la afición perdedora se sumió en la más negra de las amarguras y algunos se pusieron a buscar culpables. Fué el fallo de Casillas, fué la alineación de Del Bosque hasta entonces impecable, fue Iniesta todavía no recuperado, fue el bajo tono de Fernando Torres... Y pareció que los entusiastas se cambiaban la camisa para negar, como San Pedro. No es juicioso venderse al resultado. Cuando se está de veras con alguien, hay que pensar como el dechado de afición de esa Sevilla alternativa y épica, que se crece gritando “¡¡Viva el Betis manque pierda!!” Nada de esconderse con gesto gazapón y medroso sino al revés. Es la mejor manera de jugar con el equipo.

No sé qué ocurrirá dentro de una horas frente a Honduras, aunque cabe suponer que, por lógica, el triunfo se inclinará hacia España. Pero aunque empatase o incluso perdiera, nadie debe perder la cara, siempre, por supesto, que se compita con decoro. La competición es competir y jugar, con todo lo que el juego tiene de imponderable, arbitrario y azaroso.

No soy experto en estas lides y no tengo ninguna autoridad para opinar. Pero diría que todos los aficionados y los espectadores de “la roja” como decimos ahora copiando a los italianos de “la azzurra”, deberíamos curtirnos en la competición y en el “fair play” para no blasfemar cuando nos marcan un tanto y, sobre todo, para que los padres no inciten a los niños a partirle la crisma al contrincante y se abstuviesen de referirse al muchachito de diez años que dribla limpiamente al suyo menos hábil tal vez, como un borde, un cabrón o un hijoputa. No solo porque es necio luchar con el insulto y no se debe sembrar el odio en los demás, sino porque sonroja que un adulto profiera esas injurias a un niño como su hijo.

Además de que la práctica de un deporte no nos sirve de nada si no aprovecha para ensanchar nuestro mundo y enseñar a los más pequeños a ser personas. Es un topicazo aquello de que no se trata de ganar sino de competir. Pero también es una mezquindad sacrificarlo todo al triunfo. Quien diga, como Carlos Salvador Bilardo, que le importa un bledo el “gioco bonito” y que sólo el que gana ha jugado bien, no me mueve más que a desprecio.


Darío Vidal
21/06/2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario