martes, 22 de junio de 2010

Transtorno bipolar


Hay un jugador en el Mundial que nadie ha seleccionado y que, a mi juicio, actúa como un grávido “salvavidas de plomo” en el equipo español. Es un elemento desestabilizador y peligoso que desea fervorosamente ayudar pero al que alguien debería gritarle aquella jaculatoria de urgencia del chiste del carrito desbocado y sin gobierno por la rampa del Santuario de Lourdes: “¡Virgencita, que me quede como estaba!”

Retomo la reflexión del otro día en relación con el desánimo de los españoles tras la derrota de su seleccición ante Suiza, durante el partido de clasificacion del Campeonato del Mundo de Sudáfrica de 2010, después de haberse considerado campeones sin jugar. Vuelvo a insistir, pués, en la falta de “cuajo” de la desorientada y acrítica afición futbolera, poco capaz de gestionar sus emociones. Aunque cabría preguntarse también por la resposabilidad de unos medios de comunicación sin criterio y sin aplomo, que no sé hasta qué punto son causa o efecto de ese estado de ánimo.

Hemos pasado, en una semana, de proclamar a la selección como ganadora del Campeonato del Mundo, a dudar de su capacidad para que se clasifique, transitando desde canonizar al seleccionador Vicente del Bosque por seguir la línea de Luis Aragonés –hoy reconocido y ayer vilipendiado--, a opinar que desea arrinconar el sistema “tiqui-taca” y el estilo que nos llevó a conquistar el Campeonato de Europa, en aras de la verticalidad.

Todo es opinable, y más las cuestiones lúdicas e intrascendentes como el fútbol. Aunque, bien mirado, no es cuestión tan baladí si reparamos en que la gente de la calle carece de otro asidero individual y la sociedad tampoco tiene en qué reconocerse salvo en los colores de España, ahora que España no se reconoce ya a sí misma.

Nadie piense que el común de los mortales sea tan inmaduro como para adoptar ciertas actitudes, pero es que el grupo –tal vez el nuestro más que otros-- necesita ser algo y pertenecerse y pertenecer a una comunidad que encarna algo en que creer. Como ilustración, ahí tenemos, tras el fracaso de las ideas políticas de la primera mitad del siglo XX, las tribus urbanas hueras de ideales y de ideas, cohesionadas hasta la agresión y la trifulca en torno a una música, una estética o unas opciones disgregadores y suicidas como la droga, que es la negación de la identidad individual y colectiva.

Así es que bienvenido sea Manolo el del Bombo. Todo antes que caer en el vaivén del transtorno bipolar de los periódicos, capaz de arrastrar a un pueblo entero desde la exaltación y la euforia a la depresión y la melancolía, en sólo una semana de futbol.


Darío Vidal
22/06/2010

2 comentarios:

  1. amigo me da pena comentar algo diferente a tu maravilloso escrito, pero pedirte el favor que me ayudes con el libro de la corona mistica. Muchas gracias.

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  2. CUÉNTAME DE QUE SE TRATA
    Y QUE QUIERES QUE HAGA.

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