Ludovico pillastrón,
Luisillo el de los favores,
Serlúis el de la nobleza,
oteador de follones;
consentido galopín,
pícaro de picardías,
mulatillo ventajista,
trilero astuto, garduño;
tahúr, buscavidas, gafe
(gafe ajeno que es lo lindo)
y muñidor de ocasiones,
--¡por no hablar ya de mayores!--:
Repara en que la nobleza
a ser noble más te obliga,
y es feo que si te exigen
secundar al “safety car”,
te des al diablo corriendo,
como no lo haría un truhán,
y te des a los demonios
por no dejarte alcalzar.
Se te da un güevo moreno,
como a tu astuto papá,
que Kovalainen y Webber
se queden en el “paddok”
desangrándose entre hierros,
o volando al Cielo ya.
El caso es burlar la norma
y escaparse del “drive through”
y poner tierra por medio
o alejerse del “pitt lane”.
Mas así no serás, Niño,
ni caballero ni Sir
aunque lo afirme la Reina
de la Británica grey,
sino remedo y hechura
del Draque y del Guatarral,
sub-acólito de Morgan
y estantigua de Satán.
Darío Vidal
27/06/2010
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