lunes, 25 de octubre de 2010

De "guay" a "mazo"


Pasemos por alto que un suceso positivo sea “guay” y que una fiesta divertida sea “chévere”, porque son voces alegres y cantarinas del otro lado del mar. Mejores son que las sordidas expresiones, recientes tambien pero de resonancias sombrías, lúgubremente anatómicas y turbadoramente forenses de “tronco” y “mazo”, que no son neologismos sino casi delitos.

Los nuevos hallazgos léxicos, supuesto que lo sean, unas veces tendrán fortuna y otras acatarán el veredicto de las cenizas. Por eso me apenan tanto, en estos días de Difuntos, los crematorios que fueron el destino final de herejes y de brujas, tan carentes de mérito según la ortodoxia, que no merecían ser recordados siquiera.

Pero las palabras acogidas o recién nacidas que sean expresiones de vida, prosperarán o decaerán según su fortuna. Lo intolerable a mi juicio es la corrupción tolerada o promovida por los hablantes legos, maliciosos o indolentes, y los mercaderes de palabras que les están dando su culpable cobijo amparándose hoy en esa capa que todo lo tapa llamada Democracia, no por su uso sino por la comodidad o el interés de logreros como Víctor García de la Concha, --un sarcasmo léxico dialectal hispánico-- que debería quedarse en un García desnudo cuando pasée su lenidad y su blanda tolerancia por la Argentina, para no nombar a la madre.

Como sucede en otras instancias –la política por no ir mas lejos--, la realidad se ha ablandado tanto como consiente la conveniencia. Y del mismo modo que, en otro tiempo histórico de esta asendereada España, una votación congresual decidió que no existía Dios –árduo debate--, ahora nos pronunciamos sobre si es democrático incluir la palabra “entrenamiento”, entrenación” o “entreno” para designar el ejercicio atlético que realizan los miembros y “miembras” (otra necedad que roer para Bibi Aído que en paz descanse) de una disciplina deportiva para ejercerla eficazmente.

Lo mismo que “derrumbe”, “derrumbación” o “derrumbamiento” y otros vocablos que cabalgan entre la ignorancia del idioma y espurias formas dialectales, tales como tomar fuego por prenderse fuego, y otros desafueros como el que perpetraba diariamente y a conciencia el posmoderno José María García, “Butanito” por mal nombre, cuando iniciaba su programa a los "veinte minutos sobre las ocho”. Otros, los mas letrados aunque no menos culpables, como ciertos traductores, están introduciendo voces como “pourtant” no como un “sin embargo” sino como un “por lo tanto”. “Es por eso que me desespero cuando leo...” Aunque sería más exacto, castizo y economico decir que “por eso me desespero cuando leo”.

No es para menos.



Darío Vidal
25/10/2010



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