domingo, 24 de octubre de 2010

Los morritos del alcalde


No pretendo justificar actitudes inmaduras ni alentar rencores mal impostados que no son mas que un remedo de enfurruño adolescente.

Y tan estúpido me parece el pacato rubor de castidad ofendida que han interpretado las colegas de Leire Pajín --¡carajo con el nombre!-- ante una ofensa no cometida por el edil pucelano, como el imprudente atrevimiento de escolar venialmente rijoso del alcalde Javier León de la Riva, aludiendo al clavel reventón y turgente del “morrito” de la ministra de Salud e Igualdad, porque, o es muy laxa mi moral, o la piropeada no exige reparación alguna aunque pasee triunfante su lozanía adolescente, incluidos sus labios jugosos y los ojos chispeantes, por los pasillos del Congreso.

Todo este imprevisible revuelo no ha sido mas que una exhibición de taimada hipocresía, porque no hay nadie --ni mocita, ni doncel, ni rufián, ni dueña, ni novicia, ni profesa, ni mancebo, ni señora--, que pueda sentirse agredido, humillado u ofendido con un halago así. Una cosa es el eructo maloliente de un patán y otra la filigrana arrobada de un madrigal.

Guardo recuerdo de un piropo en mis primeros días en Madrid. Paró el tranvía en la red de San Luis y descendio de él, subitamente como una aparición, una muchacha muy bonita que paralizó al personal. El más audaz se dirigió a ella y yo, que venía de tierras más adustas, cerré los ojos esperando el bolsazo previsible. Mas al entreabrirlos descubri su sonrisa arrebolada y una palabra de gratitud. Lo inaudito. Claro que el galán, en el éxtasis de su admiración, había dicho balbuciente: “Calcula la revolución que habrá habido en el cielo para que los ángeles bajen a la tierra”.

Un edil no está obligado a hacer gala de tanta fantasía aunque sea de Valladolid y abreve sus musas en el Pisuerga. Pero una mujer distingue entre un piropo, una torpeza, una grosería y un insulto Y aquí no ha habido insulto como prueba el silencio de niña Leire.

Si se quiere incordiar a la oposición, santo y bueno; pero no hay motivos para lanzar contra el edil carros y carretas heciendo melindres de novicia mal enseñada. Que carguen contra la inoperancia, las culpas. la lenidad y la apatía de los populares, que harto tienen que purgar. Pero que nadie pretenda tapar los desastres del país, ni encubrir las carencias de PSOE, distrayendo de los verdaderos problemas que acechan a España desde los cuatro puntos cardinales. Porque no viendo, como los avestruces, nadie va a silenciar las trompetas del Juicio.



Darío Vidal
24/10/2010



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