sábado, 11 de diciembre de 2010

Las rebajas


¿Se acuerdan ustedes de Carod Rovira, el de Esquerra Republicana y Terra Lliure? ¿Se acuerdan de aquel que, en Jerusalen, se mofaba de un tal Jesús de Nazaret, haciendo el payaso con una corona de espinas calada hasta las sienes? Sí, el mismo que actuaba de acólito en la ceremonia con su compinche Pasqual Maragall (¡qué disgusto, Maragall, el nieto del poeta de la “Oda a Espanya”, con una familia tan seria, tan cabal y tan cristiana!) ¿O lo han olvidado ya?

Voy a hacerles memoria. Era un club tripartito frecuentado por Joan Saura de Iniciativa per Catalunya—Verds; Josep Montilla “El Cordobés” que representaba al Partit dels Socialistes de Catalunya, y el independentista Josep Lluis, hijo de un Guardia Civil creo que de Alcorisa en el Bajo Aragón. ¡Qué tres patas para un banco! Mas no fueron suficientes. El primero se difuminó como la bruma; el segundo, que fueron dos, con Maragall y Montilla, alentados por un sueldo muy superior al de Zapatero en la Moncloa, tampoco austero, ha arruinado a Cataluña con sus embajadas, sus dispendios, sus subvenciones internacionales y su boato de Imperio Austro-húngaro como habria gustado definirlo Luis García Berlanga.

Grande es Cataluña, pero no lo bastante para soportar tamaña sangría incólume, de todos a porfía.

De momento Josep Lluis (“¡yo no me llamo José Luis!”) se ha apeado de la corona sacrílega de Mesías para cubrirse en la sinagoga barcelonesa con la “kippa” ceremonial de los judíos, aceptando la ortodoxia más moderada y precavida. Si hubiese elegido el sagrado tocado islámico del kitab, la kefiyya o un tarbush wishdawya, el altivo Josep Lluis se habría derramado como una alfombra persa. Con la corona de espinas de los carcas se puede chancear, pero con los monoteístas creyentes de El Libro, poca coña.

El caso es que, en este final de ciclo, el PSOE conmina a ZP a dejar el negocio en manos de Rubalcaba; José Montilla jura que no volverá a presentarse; Carmen Chacón (Carme Xacó) mira para Madrid; Pepiño Blanco se estremece con la opinión en contra, y Pérez Rubalcaba, que se reconoce fatigado, vaticina su partida mientras le requieren para que suceda a Zapatero, dejando el espacio aéreo en manos militares como si barruntase algo, cuando Mohamed VI prepara su “marcha verde” sobre Melilla al tiempo que Al Qaeda rumia la venganza contra la corrupta dinastía alauíta.

Y nosotros, mientras, a verlas venir.

Darío Vidal

09/12/2010

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