viernes, 11 de marzo de 2011

Del monumento al escombro


Querida Liliana:

He oído sus declaraciones sobre la histórica calle de San Pedro de Alcañiz y la hubiese preferido callada. No deseo ser riguroso con usted; tan solo querria demandarle algún rigor. No cayó usted del cielo por azar. Milita en un partido, se presentó a unas elecciones y la imagino comprometida con una ideología vinculada a la honestidad y la justicia. Pero los fieles comienzan a no creer.

No voy a referirme al caldero metálico de La Glorieta, que sustituye a la pajarera provinciana, señorial, romántica y un punto “kitch”, con paseo y banda municipal los jueves, ni tampoco al monstruoso masico acristalado con el que quieren tapar --¿por qué?-- la Fuente de los Chorros, testigo de siglos de candorosos paseos susurrados, de festejos interrumpidos con sobresalto y de flechazos menestrales, artesanos, hortelanos, jornaleros y labradores, con revuelo de cretonas y batistas, y sofocos mitigados con jabón de olor. Vestigios que ustedes borrarán un día con la supresión del Chorro de los Chiflaos y el de los Enamoraos. Porque confunden lo antiguo con lo viejo: el noble monumento con los escombros.

Hasta que el obstinado Miguel Angel Laguens consiguió recuperar los torreones de la vieja muralla borrados del noble paisaje urbano cuando los analfabetos de 1918 se propusieron explanar el Castillo para hacer un barrio nuevo, a la ciudad le enmendaron la plana, los planos y la Historia.

Mas, sin tiempo apenas de mirar, aturdida, inquieta, “progresista” e intranquila Liliana multimedia, se ha inventando usted un paramento falso en uno de los torreones para crear un segundo, un cuarto “espacio jóven” sin objeto.

No hablaré hoy de la profanación de la vetusta calle Mayor, despojada del firme de canto rodado, porque tiempo atrás hizo lo mismo con la calle de la Infanzonía el creativo y original Joaquín Magrazo Gorbs, socio e íntimo amigo de Carlos Abril Navarro, el edil que se comprometía “a hacer alcalde hasta a una escoba”. El sensible “arqueólogo” Magrazo tiene también en su haber la “remodelación” de la trasera de la Colegial, el acceso a “El Cachirulo” que ni el propio Abril se atrevió a inaugurar, y la rampa hacia la antigua Infanzonía rematada con un arquitrabe de pagoda budista mahayana y tapizada de piedra artificial, para facilitar la labor de los traumatólogos los umbríos inviernos de helada.

Aunque haya que agradecer que el cantero Salvador Adán Sangil, alertado, evitara demoler del todo las caballerizas de las milicias concejiles medievales, anejas al templo. Ya ve que no está sola, Liliana.

Para el parque del siglo XXI tenía usted el Vivero, sin acabar con el diciochesco de La Glorieta. Pero así, “imposible la dejasteis para vos y para mi”



Darío Vidal
11/03/2011

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