miércoles, 23 de marzo de 2011

Despedida de Angus Thomson

Nadie puede dar razón de su suerte ni ponderar su buena o mala fortuna hasta el último instante de su existencia.

Cuando este fin de semana caía entre Villel, Cubla y Villastar el helicóptero Bell 407 de 2008, con los siete miembros de la Brigada Antiincendios Helitransportada del Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón, sentimos el alivio --si es justo llamarlo así-- de que José Manuel Thomson no estuviera en condiciones de entender la tragedia que acababa de abatirse sobre su familia y Angus, el menor de sus hijos, con un niño ya a las puertas de la vida, al que no verá crecer para transmitirle las tradiciones, los cuentos y las leyendas sobre la sima de la Infernalera, el pozo de la Sangre y la cueva del Ermitaño, que él le refería cuando caminábamos por el cabezo del Palau y Alcañiz el Viejo, llevando entre pies a “Blaky” apenas un cachorro retozón y alborozado.

Ahora, una estúpida quema de rastrojos, que podía haber aguardado "s¡ne díe”, abrasó con prisas cien hectáreas de terreno poniendo en peligro a seis cuadrillas terrestres, cinco autobombas, dos aviones anfibios y dos helicópteros, llevándose a seis de los siete miembros de una dotación y herido de varia consideración, aunque ya fuera de peligro, a Angel Corbatón Aznar, un zaragozano de 39 años afincado en Ladruñán, que volvió del coma preguntando por sus amigos, que nunca despertarían.

Sé, aunque prefiero que él no lo sepa, que José Manuel se sentiría ahora más orgulloso de Angus, si fuera eso posible, como nos sentimos los demás, aunque le resultaría muy difícil soportar el trance por muchos motivos insufrible de la ausencia del menor de sus vástagos, que ha compartido la muerte con sus camaradas José Ramón Milián Salafranca de 25 años, Francisco Javier Benaque Obón de 33 y Estéban Galve Gilabert de 35, todos ellos de Alcañiz, y vecino el último de Andorra, como Rafaél Andreu Omella de 40 años, nacido en Torre de Arcas, y el piloto Albert Batlle de Manresa, quien tampoco pudo intuir el remate luctuoso de una jornada apacible de las que los aviadores llaman “de sol y moscas” en este albor de la primavera.

Sin embargo, los hados anudaron su destino para culminar una biografía demasiado breve, aunque dando testimonio de su compromiso con sencillez y sin alardes, como quienes lo ofrecen todo sin exigir nada, al revés de lo que sucede frecuentemente con los que se aplican el principio mercantil del “do ut des” y viven la existencia como una transacción y no como una generosa entrega. Esta es la última lección que al partir nos han dado.


Darío Vidal
23/03/2011




1 comentario:

  1. Gracias Darío por este recuerdo hacia mi queridísimo hermano cuya partida nos ha dejado desolados, más aún por su situación personal,justo 4 días después ha nacido su pequeña. Las mismas palabras que tú has comentado son las que mis hermanas y yo nos dijimos: menos mal que mamá y papá, no se han enterado, no lo habrían soportado. Un bravo por esos valientes que realizan una labor de cuya dificultad no somos muchas veces conscientes. Te queremos Darío.

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