miércoles, 30 de marzo de 2011

Lo de Islandia


¿Saben ustedes que ha pasado en Islandia? Parece que hubo una conmoción como de "tsunami" y Europa entera se puso de parto. La vergüenza, la hecatombe, lo nunca visto. Y los paises del euro se aprestaron al “rescate”. “¿Que rescate?” --dijeron los islandeses. “No hay nada que rescatar”. “Es que nuestros políticos, nuestros banqueros, nuestros...” “Aquí no hay nada que rescatar. Lo único que hay que hacer es arrojarlos a la mar”.

No es decente plañirse de la necesidad de los menesterosos para engordar a los opulentos. Eso es una burla, un escarnio, un sarcasmo y una vergüenza. Y además es un baldón para un Gobierno, aunque ya se haya convertido en una banda, ¡Para qué calificar a unos individuos que medran a manos llenas sin sonrojo, mientras siguen calificándose de socialistas y de izquierdas!

Mas he aquí que un pueblo aislado en el extremo Atlántico, un país desgajado de Dinamarca en el que nadie reparaba y nadie sabía si va o viene, se ha arremangado al saber que la oligarquía despótica europea iba a meter sus manos en la masa, para hacer pagar a los ciudadanos de bien la mala gestón, el despilfarro y la ineficacia del Gobierno. Así es que los damnificados han dicho que no los necesitan ni como gobernantes ni como vecinos y los explotadores islandeses se han hundido en el lodo. Una enseñanza eficaz para los insolidarios, los explotadores y los avaros.

Como el advenimiento de la primavera, “nadie sabe cómo ha sido”. Pero han hecho dimitir al Gobierno en pleno, han nacionalizado la banca, se han negado a pagar la deuda que generaron con GB y Holanda, y han constituído una asamblea popular que está redactando una nueva constitución para una Democracia de 300.000 habitantes nacida en 930. Esa sí, la mas antigua del mundo y la de más solera como demuestran los recientes acontecimientos. “A ver si ordenar las cosas –han pensado-- es tan dificil como queríais hacernos creer”. Y se han puesto –lo hicieron hace dos años-- manos a la obra.

Pero nada se ha sabido hasta la convulsión popular del Mediterráneo, que pese a estar tan distante de la brumosa Thule, ha sido capaz de saltar la barrera de silencio impuesta por los intereses de la in-comunicación de las poderosas empresas de la comunicación, que ejercen con frecuencia de agentes de la dispersión informativa, para hacer inexistente lo que ignoramos o no les conviene hacer saber.

Islandia y Libia nos estan alertando de que la sociedad desea vivir en paz tomando el testigo de su propio destino en democracia y alejando de sí la tiranía de un poder político-financiero que nos ha llavado a la crisis del tercer milenio.

Sin haber concertado voluntades, la Humanidad distante se ha puesto a denunciar la injusticia. Y tal vez se ha iniciado una nueva era histórica.


Darío Vidal
30/03/2011


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