miércoles, 2 de marzo de 2011

Velocidad económica


Conducir a ciento diez kilómetros por hora puede ser una locura si se va en una “Isetta” --”el huevo” de mi adolescencia a duras penas alcanzaba los cincuenta--, o una experiencia soporífera que compromete la atención y la seguridad, si se tripula un “BMW”, por no hablar de un “Ferrari” o un “trescientos caballos” cuya segunda marcha no entra si no se han sobrepasado los cien.

“En este mundo traidor nada es verdad ni mentira”, pero los ladinos de nuestros recaudadores tributarios aprendieron de alguien que leyó a Napoleón, que cuando se quiere doblegar a un vencido, basta con promulgar leyes que no se puedan cumplir, para dar pretexto a fusilarlo.

Aquí no hemos llegado todavía a aplicar este procedimiento eficaz, expeditivo y sumarísimo –que todo se andará--, pero de lo que se trata no es de ahorrar o evitar accidentes, sino de cursar sanciones para que Hacienda no deje de cosechar. Y ahora se quejan de que en los últimos meses ha vuelto a caer la venta de vehículos.

Nadie ha debido de hacer números sobre los coches matriculados que no repostan desde hace semanas, ni de los propietarios que no cambian de vehículo porque para no sobrepasar los cien, no merece la pena pagar tanto, ni asegurar tan caro, ni gastar en signos externos como diseño, tapicería y “vestuario”, si no los paga una empresa para vender imágen. Yo lo he hecho al constatar que me estaban sobrando velocidad y potencia. E imagino que ustedes también se lo plantearán aunque sean aficionados al motor. Vamos a convertirnos en apóstoles de la peatonización.

La maniobra del Gobierno es tan burda que no se sabe si alguien es capaz de creérsela. Por ejemplo, dando el característico paso atrás de la “yenka” zapateril, Rubalcaba ha enmendado el propósito de apagar las luces de las autopistas, los ministerios y las viviendas, por el de sustituir “las luminarias” por instalaciones y lámparas más eficientes. Lo que va a encarecer mucho más el supuesto ahorro de combustible. Desde hace dos legislaturas, todo lo que hacen estas lumbreras –hasta ahorrar-- nos cuesta dinero.

En lo que no darán el paso atrás, posiblemente para tener entretenido al personal, es en la iniciativa de restringir la velocidad, precisamente mientras el Reino Unido y Francia están estudiando ampliarla hasta los 150 kms/hora, siguiendo el criterio de Alemania, que prácticamente no la limita más que en circunstancias muy concretas.

Cualquiera sabe, aunque algunos lo ignoren, que cada motor tiene su “régimen económico” definido por el mayor rendimiento obtenido con el mas bajo consumo. Y que el ahorro de combustible no se valora en kilómetros por hora sino en revoluciones por minuto. Pero ZP actúa con el atolondramiento de quien huye sin saber en qué dirección echar a correr.


Darío Vidal
02/03/2011



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