miércoles, 27 de julio de 2011

Comerciar con humo


Decía Hermann Hesse que solo podemos temer a aquel al que hemos otorgado poder sobre nosotros. O dicho de otro modo, que solo tememos a aquel a quien aceptamos temer. En cierta ocasión extrema descubrí que nadie puede doblegar nuestro albedrío y nadie es constreñido a obedecer hasta el límite de su dignidad si no quiere. Puede incluso jugar a perder la vida pero ninguno hace lo que no desea. Eso lo saben los tiranos, los capataces y los jefes. Y también los que obedecen aunque en ocasiones prefieran no ceder.

Sucede lo mismo con los tribunales cuando las jerarquías no están bien establecidas. Aquí en casa teníamos un Tribunal Supremo, definitivo e inapelable, que constituía la última instancia de la Justicia, hasta que alguien inventó el Tribunal Constitucional, que dió pie a poner en tela de juicio el alcance de sus competencias, pese a que en un principio su objetivo parecía bien definido. Ahora, unas entidades a las que hemos dado poder sobre nosotros, llamadas Agencias de Calificación Financiera, están alzando o haciendo naufragar a su capricho a los gobiernos y arruinando artificilmente a los estados y las personas, precisamente cuando el oro ha dejado de valorarse como patrón monetario. Como en tiempo de los nazis tal vez por casualidad. Y cabe preguntarse qué o quién, si no se admite el patrón oro, tiene capacidad y autoridad objetiva para ponderar la riqueza y la solvencia de una Economía. Da la impresión de que un grupo limitado de compadres se atisba la bragueta cada día y decide quién baja y quien sube.

Naturalmente para atenerse a ese juego hace falta, en primer lugar, aceptarlo. Pero qué pasaría si, como en Islandia, los impositores no aceptaran la especulación criminal del capitalismo salvaje. En 1929 la Bolsa de Nueva York dejó de comportarse como un juego entre señores y llevó a la quiebra, la ruina y la desesperación a empresas y ahorradores, de modo que las maneras rufianescas de los especuladores sin ética ni principios, hicieron de las oscilaciones de la bolsa una suerte de “ruleta rusa”.

Mas la depresión coyuntural del veintinueve ha dado paso a una crisis sistémica que, una vez aceptadas las abusivas normas que ha impuesto arbitrariamente el Club, esta barriendo a los débiles como un “tsunami” para sumirles en la esclavitud que es como los amos progresan.

Ese designio puede tener consecuencias impredecibles y asfixiantes, pero nadie más que los humildes seran capaces de revertirlas, y no sin imaginación, determinación, solidaridad y esfuerzo.

Al socaire de la actual incompetencia política, la venalidad pública y la avaricia financiera, las Agencias de Calificación han condenado a Grecia y Portugal, y preparan el naufragio de Italia y España.

Que entre el siguiente a poner la barba a remojar.



Darío Vidal

27/07/2011

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