jueves, 28 de julio de 2011

Un espejismo llamado Europa


Como una metáfora de en qué se ha convertido Europa tras el costoso proceso frustrado de europeización, en los últimos dos días el Bajo Aragón ha sufrido el ataque vandálico de camiones de fruta, y la destrucción –o lo que sea porque los ultramontanos no han sido tontos-- de toneladas de melocotón, al trasponer la puerta de La Junquera.

Los franceses nunca han sido solidarios y, desde esta esquina, el espacio Schengen, que iba a permitir la libre circulación de cuatrocientos millones de europeos sin ningún control, nos parecía ya un episodio de Alicia en el país de las maravillas. Mas con el paso de los días no se disipó la impresión de estar viviendo un espejismo. Se confirmó. Muchas de nuestras exportaciones, sobre todo las agrícolas, continuaron siendo una fuente de problemas, agresiones, daños físicos, estragos y destrozos, por la orquestada acción criminal de supuestos piquetes de agricultores galos disconformes. Aunque otras veces los disconformes han sido los conductores de los camiones o los controladores aéreos chantajistas --”chantage” es creación francesa-- que han explotado su posición geoestratégica aupándose en la fuerza.

En esta hora, sin aguardar a que se cueza, aunque mal cocido, el soñado guiso de Europa, los impulsores del “Mercado Común” --nadie se llame a engaño porque sólo querían eso-- buscan extraer rentabilidad a la “patria” europea, exigiendo la devolución de sus préstamos y sus créditos a Francia y Alemania, como si no los hubieran concertado para gastarlos en sus propias manufacturas y su industria. Aunque los miembros de ese eje mercantil alardeen de lo que han dado con una mano, sin reconocer que lo han recogido con la otra multiplicado por las plusvalías y los intereses.

Por el momento, Alemania y Francia continuan liderando la empresa, sin que se sepa a ciencia cierta si albergan otro proyecto que el monetario, aunque de vez en cuando pronuncien hermosas palabras que desmiente la lenidad de los gendarmes, no alcanzando nunca a quienes agreden, golpean, incendian, machacan y arruinan a los horticultores bajoaragoneses y a los fruteros de media España, como los ertzainas no logran atrapar nunca a los etarras aunque saben más de ellos que Lepe, Lepijo y su hijo.

El Sacro Imperio Romano-germánico se ha transmutado en Germano-carolingio trepando por los 45 grados de latitud norte que ha sido siempre una localización peligrosa: al sur del ecuador porque el imperio de la mar sin costas ha llamado a todas las tormentas y los peligros, y al norte de ese equidistante círculo imaginario porque la turbulancia de los hombres en las tierras oceánicas sin mar, han dado pretexto a todos los enfrentamientos, pugnas y herejías, asi como a espejismos como Europa.



Darío Vidal

28/07/2011



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