lunes, 29 de agosto de 2011

El cazador de niños


Una imagen ya no vale “más que mil palabras”. No vale nada. Desde que se pueden preparar “escenas”, escanear imágenes, alterar, cambiar o sustituír rostros, modificar actitudes y posturas, y “retocar” la realidad mediante el “photoshop” y otras argucias, se ha consumado el descrédito de lo que se ve: las imágenes son tan creíbles como sea la fe del que las cree.

En las Escrituras, el criterio de veracidad se cifraba en una fórmula ingenua y bienpensante. “Está escrito”-- zanjaban las dudas en los textos revelados. Hasta que algunos avisados comenzaron a desconfiar de las palabras sagradas, el Logos y el Verbo. “Lo he visto” – concluían después. Y al final, cuando los pastores y los clérigos comenezaron a utilizar la restricción mental dando por sentado que ese aserto podía ser poco más que una metáfora, no apelaron a Dios sino a sus propios sentidos y juraban haber sido testigos de las cosas “con sus propios ojos”. Llego luego la cámara oscura, con cuyo prestigio ha acabado la cámara digital. Y no sabemos en qué depositar la confianza.

Digo todo esto porque acabo de ver una foto que deseo que no pase de ser el montaje de un manipulador habil, como aquel que nos hizo creer esta primavera que un niño suyo volaba sin gobierno encaramado en un globo por el cielo de los Estados Unidos. ¿Recuerdan?

Aquel suceso inventado tuvo al mundo en ascuas hasta descubrir el fraude. Este –¡ojalá lo sea!-- nos ha erizado el cabello porque, si no es todo creíble del todo, nada nos parece taxativamente imposible en este mundo de locos, donde precisamente hace unos años se denunciaron “safaris de niños de raza negra” previamente “soltados” en vastas extensiones del Mississipi para que “deportistas” bien pertrechados de armamento lasser, perros, radios, equipos de intercepción, “jeeps” y brigadas de acoso, pudieran divertirse honestamente dándoles caza.

¿Que nos pasa? ¿Qué nos falta o que nos sobra para que sucedan estas cosas? No son los EE.UU solamente. Para que se produzcan situaciones de esta índole, hace falta que la sociedad entera este afectada por una psicosis colectiva, por una indiferencia culpable, por una falta de compromiso denunciable, por un egoísmo irremisible y activo, y ,si me lo permiten, por una maldad diabólica.

Hoy mismo aparece un documeno estremecedor, que difundo con estas líneas. Se trata de un niño abatido por un cazador, que se exhibe con “la pieza cobrada” como si fuera un cervatillo. Quiera Dios que sea un montaje. Pero hay que arrostrar el riesgo de que sea una broma –una broma intolerable para que nos indignemos los menos anormales-- antes de que sea un hecho cierto, que no investiguemos por miedo a hacer el ridículo. La foto misma es un delito: “Un cazador de niños negros aterra Sudáfrica”


Darío Vidal

29/08/2011


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