domingo, 21 de agosto de 2011

El dedo en el ojo


No tengo, entre mis muchos defectos, la adicción al fútbol. Ello no me exime del error al juzgar, pero me exonera de todo partidismo. Veo algún encuentro cuando se promete competido o juega la selección, pero, salvo en este último caso, lo contemplo con la actitud virginal de los Justos, quienes desean sinceramente “que gane el mejor”.

Soy incapaz --y no me avergüenzo por ello-- de distinguir un fuera de juego la mayor parte de las veces y, en ocasiones, de detectar un penalty si no es muy claro, cosa que no me importa mucho porque los cronistas deportivos, que no suelen estar limpios si no de culpa sí de prejuicios, no me ayudan a interpretar. Ni a veces, los colegiados.

Tampoco soy experto en barruntar el origen de las “tanganas” como la del otro día, si no nos las descubre la diligencia del “replay” en los vídeos, mas soy capaz de descubrir entre el tumulto, mientras se halla detenido el juego, el paso decidido de un personaje que se dirige a meter el dedo en el ojo de un responsable del equipo contrario alevosamente. Un comportamiento que movería a risa en un alevín del jardín de infancia, pero no en un adulto que no ha superado esa edad mental. En Barcelona –no en Madrid-- había oído decir a los niños como expresión burlona de la impotencia más disparatada, aquello de “mossegal-hi un ull”, o sea muérdele un ojo. Pero nunca había visto cosa parecida al incidente del 18 de agosto pasado, en que José Mário Dos Santos Mourinho Félix entrenador y factótum del Real Madrid después de descabalgar a Jorge Valdano, pretendió vengar una derrota deportiva hiriendo en el ojo al entrenador contrario y ex- compañero propio, el técnico del Barcelona Tito Vilanova al que dijo desconocer, llamándole burlonamente “Pito”.

No hubiera pasado, en otro tiempo, de la travesura de un juvenil enrabietado necesitado de educación, maduración y disciplina, pero temo que ya es tarde para quien cumplidos los cincuenta y uno, debiera ser adulto.

Son gustosas las cosas bien hechas sin fijarse en los protagonistas, y no “soy” del Barça ni del Madrid, porque no milito ni en el equipo de mi pueblo que es “el único verdadero” como opinaba del catolicismo aquel anarquista asturiano. Tampoco deben ser apologetas de uno u otro equipo los editores de los periódicos. “The Guardian” juzga que el partido fue “un espectaculo empañado por las travesuras de Mou” y “La Gazzetta dello Sport” califica a Mou como “un técnico hundido por la prensa, sombrío y envenenado”

El supuesto señorío del Madrid y la autoridad de Florentino Pérez han saltado por los aires en un año, y el comportamiento en la segunda parte de la final de la Supercopa y la huida de “Mou” hacia el vestuario sin saludar ni recoger su trofeo de subcampedón “han destrozado la imagen del Madrid”. Hay muchos niños a los que ha dejado huérfanos.



Darío Vidal
21/08/2011


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