sábado, 24 de septiembre de 2011

"Alto el fuego permanente"


Es penoso que incluso en trance de extinguirse, los de la Eta impongan su lenguaje al Estado, ofreciendo “un alto el fuego permanente” como si estuviesen en condiciones de ofrecer o exigir algo. Eso da la medida de la postración humillada de un Estado genuflexo. Para empezar, “alto del fuego” significa el cese temporal de hostilidades entre dos contendientes, cosa que no sucede entre los inermes españoles de bien y unos forajidos que matan, roban, chantajéan, extorsionan y atracan. Y en segundo lugar la proposicón “alto el fuego” y el adjetivo “permanente” se contradicen, porque lo permanente se opone a lo temporal.

Eso además de que los criminales no hablan de disolución de la banda ni de entregar las armas y la munición que poseen. O sea que no se regocijen con el éxito del gobierno porque no ofrecen nada. Aunque lo certifiquen los reclusos domesticados de la banda que, como las “matriuskas”, son capaces de sacarse sucesivos conejos de la chistera con otras tantas “etas” dentro. Si no nos diese pereza ejercitar la memoria, bastaría con que recordásemos las sucesivas escisiones, las incontables promesas y su perversa felonía.

Si este era el bombazo que prometía Rubalcaba, no ha pasado de ser un petardito como toda su campaña. El más hiperbólico y grotesco parto de los montes, que después de desencadenar horrísonos seísmos, parieron un ratón.

Alfredo el Químico, el Mágico Alquimista compadre de Rasputín, parece que va perdiendo fuelle. El tiempo no pasa en balde y las palabras ya no se las lleva el viento. Desde que existen el magnetoscopio y los cassettes, los embustes, las patrañas y las mentiras van dejando su poso en la memoria de la gente por muy bien que los hechiceros de la tribu manejen las intrigas. Pasó el tiempo de comulgar con ruedas de molino. Habrá que inventar otra cosa. Pero como los asesinos no cultivan la inteligencia ni estimulan la fantasía, carecen de capacidad para renovarse y ya nos prometieron otro “alto el fuego permanente”. ¿Se acuerdan de cuanto duró el anterior? Menos mal que algunas oportunas detenciones evitaron que se incrementaran las listas de difuntos.

Pero la maldición etarra se hallaba dispuesta y armada. De nada había valido la “permanencia” del alto el fuego, cuando no había nadie para responder al fuego, porque no matan mas que los matones. Parece que la sociedad adormecida ha olvidado que si alguien nos engaña una vez la culpa es del embustero, pero la segunda vez que nos engañan los culpables somos nosotros.

El señor Rubalcaba, don Alfredo el Alquimista, había profetizado el eclipse de la banda terrorista cuando iniciase la campaña electoral. Y la banda del Faisán simuló un “referendum libre” entre los muros de la cárcel. Pero la Eta, aunque amaga no se mueve. No puede moverse.


Darío Vidal
(De la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis y la Academia Aragonesa de Gastronomía)

24/09/2011

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