viernes, 23 de septiembre de 2011

Conjuración televisiva

Si usted me lo dice, don Mariano, haré por creérmelo. Pero es difícil entender que mientras en el Consejo de RTVE se debatía algo tan serio para el país como la implantación de la censura previa –o si usted lo prefiere la coercitiva cunsulta previa-- en los contenidos de la televisión del Estado, usted no se estuviese enterando de nada. Sobre todo siendo su partido el que impulsó tan democrática iniciativa hace ya algunos meses. Es tan difícil que yo no me lo creo. Qué quiere que le diga.

Algunos jóvenes periodistas, comentaban hoy que no habían conocido la tele en blanco y negro. Y me alegro por su juventud aunque no por su experiencia. Otros la conocimos y aprendimos a escribir en clave, y estuvimos imputados por la Ley de Prensa, y cierto colega impulsivo que militaba en determinado partido, difundía sus consignas disfrazadas de “parte meteorológico” a base de altas presiones, frentes fríos, borrascas, depresiones y elevación general de la temperatura, hasta que un censor ocioso pero atento, se percató de que aquello no tenía nada que ver con el tiempo, aunque si relación con otro género de clima.

A ellos, y no al señor Rajoy, querría encarecerles la lucha, el esfuerzo y el riesgo que supuso conquistar las libertades, para que ahora un grupo de señores que han visto siempre la televisión en color --de rosa-- porque no conocían la de luto, jueguen a la ruleta rusa con la información, con los periodistas, y en última instancia con los ciudadanos que son los beneficiarios últimos de la libertad de información.

Lo que está a estas horas en juego es la Democracia misma. Observen que lo primero que se cercena al acceder al tunel de la dictadora –siempre por el bien del pueblo, naturalmente-- es la libre circulación de las noticias, antes de prohibir otras cosas. Me refiero a la comunicación de los eventos y a la expresión de las ideas. Por eso --y porque he sufrido como muchos otros por esa conquista aparentemente modesta--, me he enzarzado en discusiones contra los que apelan a la libertad de expresión para justificar la quema de banderas, la profanación de símbolos y la oposición iletrada como la de los afganos con los Budas de Bamiyan.

Por eso el atentado contra la libertad que han perpetrado tirios y troyanos o sea los dos partidos que mandan, no puede volverse a repetir. La Democracia no está nunca acabada y exige mil cuidados para pervivir, como la libertad para no ser efímera.

Esto no es un juego. Esta frivolidad de pesóes y pepés sin Historia, esta travesura de políticos aficionados que conduce inevitablemente al mas abyecto y culpable totalitarismo, no puede consentirse.

Ahora mismo deben irse a la calle los que se han conjurado contra la libertad.


Darío Vidal
(De la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis y la Academia Aragonesa de Gastronomía)

23/09/2011

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