lunes, 5 de septiembre de 2011

Una Constitución ful


La Constitución puede ser criticable, abolible, revocable, reformable, y sustituíble. Solo una cosa es imposible: modificarla sin la participación y el voto de los ciudadanos que la eligieron.

Si a la Constitución le mete mano cualquiera y se convierte en propiedad de algunos, deviene en "el coño de la Bernarda”, dicho sea con el menor de los respetos. Esto es lo contrario de edificarla y construírla. Y menos si tal actitud no emana de la voluntad del pueblo soberano, sino de los intereses de empresas, compañías, estados o intereses espurios.

¿Para qué sirven las elecciones generales? ¿Por qué no elegimos o des-elegimos a don Emilio el del Botín, que no nos engaña ni en el nombre, sin trámites intermedios? ¿O al Banco Mundial, o al Fondo Monetario Imternacional de la señora Lagarde, que tiene falso incluso el apellido, y blindado hasta el contrato para que su acompañante ocasional perciba una generosa retribución incluidas las vacaciones?

Esto no es mear fuera de tiesto aunque pueda parecerlo, porque estamos a merced de una autoridad financiera que está siendo investigada por abuso de autoridad, que es el crimen mas abominable de quienes ejercen la Autoridad. Y cabe preguntarse qué sería peor, de ser probado, si el desliz de un gestor de bragueta fácil, o la connivencia del que “altera el precio de las cosas” para beneficiar a un cliente “con daños a terceros”

¿Que piensan Zapatero y Rajoy, o Rajoy y Zapatero, aviniéndose a ese contubernio vergonzoso e ilegal para modificar la Constitución? Cabe pensar lo que piensa el común de los “pecheros” que es como se llamaban en la Edad Media los que pechaban, esto es quienes pagaban tributos, que era un deber del que estaban exentos los poderosos y la nobleza.

Las cosas no han cambiado en lo sustancial, amigos, porque las grandes compañìas, las empresas multinacionales, los ejecutivos blindados y otros colaboradores necesarios, siguen sin pagar, aunque “Alfredo” diga que desde ahora pagarán solamente las grandes fortunas, y eso me preocupa porque las únicas “fortunas” detectables son las de los funcionarios no venales y las de los jubilados. De modo que échense a temblar. La cola que traerá esta Constitución será muy larga. Y no augura más que desgracias. La primera se está consumando al pasarse por el arco del triunfo la soberanía popular --¿la soberanía qué?-- en lugar de consultarla para modificar la que llaman pomposamente Ley de Leyes. Imagínense con lo que cuestan los trámites para desatascar las leyes menores y cómo justificar la demora en nombrar miembros para los grandes Tribunales, si bastaría con el “Pito, pito, colorito...”. Como para una Constitición ful, que en caló equivale a falso, falsificado, fullero, estiércol, porquería y mierda.


Darío Vidal

05/09/2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario