sábado, 3 de septiembre de 2011

La quimera de Bután


En la frontera de China y la India, junto a la falda del Annapurna nepalí y Katmandú, pareja a Lhasa en el Tibet y antes aún del llegar a los 27 grados de Bangladesh --o Bengala--, aguarda agazapada, no se por cuanto tiempo, “Bumthang”, “Bhutan” o Bután: La Tierra del Sándalo o de El Dragón de Fuego Rugiente, a la que los operadores turísticos denominan “el último Shangri-La”, aunque esa fabulosa población se localiza en la provincia de Yunnan y no entre China y la India..

El territorio de Bután se convirtió al budismo en el siglo VIII por las emseñanzas del “gurú” hindú Padmasambhava que construyó templos y monasterios, e inculcó a los butaneses el desinterés por las cosas materiales si no iban acompañadas de una profunda espiritualidad. Por esa razón no se inauguró la primera carretera hasta 1960: la riqueza no estriba en el dinero.

Despues de una época turbulenta con el imperio británico, Bután se constituyó en una monarquía auspiciada por los ingleses en 1907; en 1910 se convirtió en protectorado, y en 1949 conquistó la independencia.

El tercer rey de Bután, Jimge Dorji Wangchuc, hombre ilustrado y estudioso del budismo mahayana, concibió la idea de contraponer en sus dominios la idea de Producto Nacional Bruto al de Felicidad Nacional Bruta (“Gross National Happines”). Pero después de haberse desprendido de todos sus bienes y descubrir que la total pobreza tampoco conduce a la dicha, el monarca ensayó entonces “la Via Media” consistente en renunciar a la opulencia y a la pobreza, para escoger la vida desprovista de penurias y de ambición, aplicando la vía mística al budismo tántrico. En 2008, el rey quiso proclamar la Republica y el pueblo se opuso, así es que, como fórmula intermedia, sustituyó el absolutismo por una monarquía parlamentaria y el sufragio universal.

Cayo en mis manos un librito sobre esa aventura intelectual de los reyes de Bután hace algún tiempo y aunque me pareció interesante lo juzgué un ingenuo experimento sociológico utopista para gente justa e irreal. Hoy he visto, sin embargo, un reportaje en “La 2” sobre este sabio país, y la situación, con la perspectiva de los años, parece no darle del todo la razón.

Aunque tal vez sin esas actitudes “disparatadas” y heróicas no podamos pasar adelante ni una generación más. No consumimos porque lo necesitemos sino que necesitamos consumir no importa qué. Compramos y nos cansamos y concertamos nuevos créditos para endeudarnos, aunque las máquinas sustituídas sean más eficaces que las nuevas. La dramática enseñanza de Bután, a pesar de la cordura ejemplar de sus dirigentes, es que desde que tienen TV hace tres años y ordenadores hace dos, han aparecido ya las “modelos”, la criminalidad y la violencia, y se han incrementado la postitución y el alcoholismo.


Darío Vidal

03/09/2011

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