miércoles, 14 de septiembre de 2011

Separarse o mandar


El Honorable Mas acaba de dar un paso más en el alejamiento con el resto de España. El President, que sigue suscribiendo una política miope y cortoplacista de ruptura para dejarse ver recurriendo a la ofensa y el insulto hacia los otros españoles porque todos los demás somos Madrid, practica una sutileza escasamente eficaz, apelando a la doctrina de los radicales –que es en lo que se ha convertido--, a ver “quí la fa mes grossa”. Y por supuesto la más gorda no la puede hacer mas que él, porque es el que tiene más medios.

Si hubiese alguna vez en Cataluña un líder sagaz e inteligente como Tarradellas, por lo menos desde su regreso del exilio, los catalanes deberían plantearse qué es lo que más conviene a esta tierra, si separarse o mandar, procurando actuar sin egoísmo, que es en este caso lo más aproximado a la cordura.

Una vez, cuando era oído en el Consejo y mi periódico de Barcelona se planteó una reestructuración, abogué porque se convirtiese en el vocero de la Cataluña plural, cosmopolita y progresista que entonces era y apenas tenía eco, para convertirse en portavoz de la periferia dinámica, alternativa y silenciosa que muchos estaban aguardando. Mi influencia no fue tanta, como pudo verse, rechacé la oferta de Sebastián Auger para dirigirlo durante un enloquecido diálogo de sordos invidentes, y “Tele/eXprés” viró hacia lo más fácil, cómodo y previsible.

Ahora, y no precisamente por la opción coyuntural de aquella empresa que no existe ya más que en las hemerotecas y la historia, la ciudad se ha convertido en un recinto sitiado en que no todos pueden publicar, editar, enseñar, aprender, representar, disfrutar de becas y opinar, so pena de que les tilden de fascistas, intransigentes y enemigos de Cataluña. Una acusación que aterra a catalanes y forasteros cuando la certifica cierta “secta”, porque equivale al exilio, la desautorización o el aislamiento. No es exagereción. Yo que he luchado por aquella tierra a la que amo, lo he sufrido.

Ya ven lo que está sucediendo con unos padres que sin negar la catalanidad pidieron que sus chicos se examinen en castellano, que es el idioma co-oficial, mientras Marcelino Iglesias y José Angel Biel, como presidente y vicepresidente respectivamente de Aragón, han promulgado una ley de lenguas (o de lengua) que sirve ahora de pretexto para solicitar que se desgaje una parte del territorio aragonés para anexionarlo a Cataluña.

Una vez más, cuando los miopes acceden a privilegios por un gobierno central débil creyendo haberlos conquistado, desertan de una terea ambiciosa y se consuelan del fracaso culpando a los otros en lugar de “seducir a los otros españoles” para sugerirles un modo de progreso y de gobierno que nos haría crecer en el mundo. Se separan por temor a mandar.


Darío Vidal
14/09/2011

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