viernes, 14 de octubre de 2011

La Eta quiere perder


¿Pero cree alguien que los que están ganando la partida deséen perder? No, ni por asomo. Nadie que juegue al mus, al golf, a la garrafina o al futbol lucha para perder. Otra cosa es que le venzan. Sobre todo si se trata de una estructura criminal jerarquizada como la guerrilla colombiana o los jémer rojos.

Hay demasiados intereses, expresados en chantajes, silencios, apoyos, complicidades, dinero, negocios, miedo a la exclusión del grupo, temor a denuncias de tibieza y, en algunos de los “novicios” misacantanos, el pugilato por el poder. Un modus vivendi idealizado por los jóvenes y alentado por “los misioneros” que no saben subsistir de otra manera. No, no quieren disolverse ni pueden.

Y los socialistas, estos socialistas separatistas que encarnan la íntima contradicción esquizofrénica que denostaba Marx, quieren que, aunque no se disuelvan, puedan decir los pistoleros que lo han hecho, para que Rubalcaba se apunte un éxito con que ganar algún voto.

Ahora se va a representar una mediación de paz entre los “gudaris” del tiro al blanco y los “sucios y perezosos maketos” (Sabino Arana) entre los que usted y yo nos contamos. La diputada vasca Rosa Díez de U.P.yD. ha manifestado que los socialistas de ZP, con Patxi López y Jesús Eguigúren, han pasado de consentidores a “colaboracionistas” del totalitarismo. Y José Manuel Sánchez Fornet secretario general del Sindicato Unificado de Policía (SUP), que algo sabe de todo esto, ha coincidido en que no cabe pensar que estos actos sirvan para que ETA desaparezca, si por el contrario obtienen publicidad y sacan beneficios. Este solo razonamiento serviría para disipar toda esperanza de los eternos bienpensantes, aunque no supiésemos que ellos continúan rearmándose.

Arturo Pérez Reverte escribió un artículo de despedida a Rodríguez Zapatero el pasado 22 de agosto que titulaba “Sobre imbéciles y malvados” en el que se explayaba sobre la cortedad, la inepcia y la maldad. Y decía o insinuaba una cosa que sugería lo que un viejo maestro que yo tuve, quien prefería contender con un inteligente a con un estúpido. Primero porque los inteligentes elevan el nivel y el prestigio del rival y, aunque son más peligrosos, son más previsibles; en tanto que el tonto de baba reduce el rango de la contienda, degrada al contendiente, minimiza el triunfo y además suele ser también muy mala gente. Pero no solo son tontos sino que, como dicen en mi tierra, hacen tontear. Como sucedió, según el Académico, con los que sabiendo lo que había ocurrido antes y lo que previsiblemente iba a pasar en el segundo mandato del nieto de su abuelo, le volvieron a votar, abriendo de par en par las puertas del paro.

Ahora ZP y el Alquimista volverán a vencer a ETA como siempre.


Darío Vidal
14/10/2011

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