jueves, 13 de octubre de 2011

Resaca del Pilar

No sé si han reparado en la “laicización del calendario gregoriano, que no nos ha ido tan mal desde 1582 en que el papa Gregoro XIII sustituyó al juliano que había venido funcionando con razonable precisión desde que lo implantara Julio César en el año 46 antes de Jesucristo.

Pero algo debe andar mal en el cómputo del tiempo porque comienza a sustituirse taimadamente la Era Cristiana por la “Era Común”, que no sé en qué nos beneficia si no es en el ahorro de una sílaba.

No soy un meapilas ni me tengo por un “capillitas” como dicen nuestros amigos andaluces. Pero comenzamos con el “Domund”, el Día de la Banderita y el del Arbolito, hasta deslizarnos al del Cáncer que ya provoca repelúz y cierto yuyu. Luego dieron en llamar a la Semana Santa, que tiene poco de gozoso, Fiestas o Vacaciones de Primavera. ¿Saben qué fecha fue ayer? “Fue 12 de octubre”. ¿Sí, y qué más? “Hombre, la Virgen del Pilar”. ¡No! “Bueno y los santos Maximiliano y Eustaquio”. ¡No! “El Día de la Hispanidad”. ¡No! “El Día de la Raza”. ¡No! “El Dia de la Victoria”. ¡No! “Bueno, quiero decir el Día de las Fuerzas Armadas”. ¡No! ¡“La ocasión más grande que vieron los siglos!” ¡No, por Dios, que eso fue Lepanto...! “Ah, si: la patrona de España, de la Guardia Civil, del Cuerpo de Correos...” ¡No! “¡Ya lo tengo: el Columbus Day!” ¡No, no, no, no...! Es el “Art Clokey Day”.

Nada de rememorar, exaltar, o deplorar un hecho luctuoso. Nada. Van a reirse ustedes pero ayer 12 de octubre conmemoran los yanquis el nonagésimo aniversario de que Arthur Charles Farrington utilizase la plastilina para hacer animación cinematográfica. ¿No es para llorar?

Disculpen pero voy a desconectarme de esa vacuidad, esa frivolidad y esa superficialidad. ¡Clic! Ya estoy. Mejor dicho, ya no estoy.

He regresado a mi centro. ¿Y saben qué me llama la atención? El milagro del Pilar. La gente no viaja hasta el Pilar solo por devoción, sino porque sí. Y cada edad tiene su afán. Al Pilar, que convoca por igual a los mozos y a los viejos, nadie acude a destilar adrenalina corriendo los encierros como en Pamplona, ni a ver cómo la fantasía juvenil sucumbe al paso del tiempo ardiendo en la falla, que es la metáfora de la vida, como en Valencia. No vienen a presenciar espectaculo alguno: vienen solo “a estar con los nativos”, a compartir la alegría y la fiesta y, si acaso, a ver cómo colocan unas flores modestas en el manto de una Virgen, que tal vez fue Ceres antes de Jesucristo, ataviados con el atuendo de trabajo o de fiesta de aragoneses, canarios, gallegos, peruanos, o ecuatorianos. Nunca como la matrona alicantina que se travistió ayer con los suyos de “Moros y Cristianos”, o la patosa que atavió a su perro como a su hijo, o el que se puso una máscara de diablo. Sin enterarse de nada.


Darío Vidal

13/10/2011

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