miércoles, 19 de octubre de 2011

Quién paga la factura


No es cierto que “el dinero no sea de nadie”, ni que “la tierra pertenezca al viento” como ha afirmado Rodríguez Zapatero en algún alarde (supongo) de agudo etilismo lírico. Y sino que se lo pregunten a Emilio Botín-Sanz de Sautuola y García de los Rios, Marqués consorte de O' Shea, o interroguen a un presidente de Gobierno normal, quiero decir uno que no sea, como él, “ciudadano del mundo”, ni se la suden el Sahara invadido, ni los vejados refugiados saharahuis, ni las aguas territoriales ocupadas por Gibraltar, ni los barcos españoles expulsados del Peñón, ni los nacionalistas reclamando soberanía subvencionada, ni el saqueo del Estado, ni el despilfarro de nuestras últimas dudosas reservas para pagar a un grupo de comisionistas indeseables de todas las leches y colores, dando homenajes a la Eta en ese aquelarre donostiarra por la “Paz”.

Las cosas tienen todas dueño a estas horas de la película. Desde la cajetilla de tabaco o la hipoteca, a los presupestos del Estado. El único que no "debe” ni " se debe” a nadie es el “clochard”, el “homless”, el pordiosero que “ni envidioso ni envidiado” administra su pobreza royendo un corrusco de pan duro con un macuto al hombro. Y ese no es su caso aunque tenga la familia “gótica”. Él sabe lo caro que es ser “gótico” y lo oneroso que resultaba ser “hippy” afincado de Ibiza.

Ese no es su caso. El señor Zapatero no es un “ciudadano del mundo”; es solo un dilettante y un irresponsable, un adolescente inmaduro y caprichoso, que se encontró un día como un gato con una fuente de sardinas o un mondongo humeante, y se ha puesto a pagar “rondas” a todos hasta acabar la fuente y el barreño.

Entre otras cosas es un inconsecuente. Eso sin duda. Porque un poeta puede ser “ciudadano del mundo”, y un artista, un músico, un pintor, un creador --supuesto que eso sea algo--, mas un político no tiene más remedio que buscarse inmediatamente una patria para no ser un traidor, ya que no existen políticos “ciudadanos del mundo” como no existen indivuduos que constituyan una “contradictio in términis”.

No es posible un militar pacifista aunque sea paciente, ni un cardenal budista aunque sea piadoso, ni un presidente de Gobierno que sea “apolítico”, o tan ecléctico como para no optar por una ideología, o tan sincretista para mezclar su idea y la contraria, o tan nihilista como para negar la propia nación, ni tan nictálope como para no ver a la luz del día.

Sin embargo los que no padecemos fotofobia y hemos caminado tanto tiempo en penumbra donando nuestros recursos a encuentros "gay" en sudamérica o a feministas sudanesas con el aval de Aido, Pajín, Trini, Cristina y Elena, querríamos saber por una vez, si no es mucho molestar, quién ha pagado esta factura y con cargo a qué fondo.


Darío Vidal
19/10/2011

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