jueves, 10 de noviembre de 2011

Desactivar el rencor



La falta de contundencia de la oposición nos ha dejado helados. No deseábamos epítetos ni controversia pero sí determinación. Aspirábamos a un diagnóstico certero aunque fuese duro, y a una terapia eficaz aunque resultase dolorosa. Pero ese propósito no se ha cumplido.

Si algo hemos aprendido de la reciente Historia es que nada podemos esperar de los políticos. La “francesada” la dirimimos a nuestra manera sin los nobles, los políticos ni el rey, al que motejamos como “El Rey Felón”; las “carlistadas”, que los políticos ineptos adobaron con la novedad de una pugna dinástica entre dos indignas facciones de la misma familia, la sufrimos cruel y encarnizadamente con el cainita rencor fraterno entre póximos. Y al alborear el nuevo siglo, el odio cultivado por los mercachifles de la política y el poder, que “tomaban el nombre de la Patria en vano” avivaron el rescoldo no extinto cincuenta años atrás, con las consecuencias sabidas, de horror, venganzas, delaciones, atroces batallas numantinas, crueles asedios hasta la extinción, torturas, hambre, miseria, los primeros gases asfixiantes como el mostaza, bombardeos aéreos debidos a la novedosa aviación militar en la que italianos y alemanes experimentaron técnicas de aniquilación civil masiva en Guernika y Alcañiz, y una nación arruinada, temerosa, huidiza y dividida porque lloraba con frecuencia familiares muertos en los dos bandos.

Nadie esperaba que setenta y cuatro años más tarde, después de sufrir los españoles muchos duelos y vivir tantas penurias, necesidades y carencias juntos; después de habernos perdonado unos a otros –casi siempre sin culpa-- y haber enterrado a los supervivientes apagado ya el rencor; después de haber comenzado a trabajar juntos, un señorito diletante, ocioso y mal leído llamado Rodríguez Zapatero, aupado por azar a la presidencia del Gobierno; un chisgarabís aturdido incapaz de asumir la adolescencia, se haya puesto –para bien o para mal-- a reescribir un triste periodo de la Historia, porque fue nieto de un oscuro capitan llamado Juan Rodríguez Lozano (1893) franquista primero y después fusilado por los franquistas, acusado al parecer de “agente doble” en aquellos tiempos tubulentos.

La biografía del oficial Lozano es lo que determinó al presidente a crear la Comisión de la Momoria Histórica con objeto de reivindicar la dignidad y restituir el honor de los depurados por el franquismo, inspirándose en el lema de “paz, perdón y justicia” que reclamaba el militar.

Mas si era ese el propósito del abuelo, no se entiende el encarnizamiento del nieto en la búsqueda de nuevos culpables. Pero ya no hay retorno para lo hecho.

Lo que hay que esperar del nuevo Gobierno, es paz, perdón y justicia para ponernos todos en camino –pese al tiempo perdido en ocho años-- hacia un horizonte de prosperidad y desarrollo sin volver el rostro atrás.

Es criminal e imperdonable alentar el odio de las dos Españas


Darío Vidal
10/11/2011

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