miércoles, 16 de noviembre de 2011

Sigue habiendo futuro


No quiero malpensar ni deseo sembrar el desaliento. Pero no sería perdonable la complacencia cuando las certezas y los indicios auguran lo peor.

Conozco las limitaciones del periodismo y aprendí que, sin la sinergia multiplicadora del pensamiento en el medio –“el medio es el mensaje”, decía Mc Luhan-- es dificil conquistar algún crédito. Pero el mensaje siempre queda, incluso como mera semilla y sería pusilánime y cobarde arredrarse antes de alzar la voz. Sigo siendo testigo sorprendido de que las simientes desperdigadas también fructifican. A veces cuando ya se daban por perdidas.

Mas asimismo desconcierta la fortaleza de ánimo –lo mismo que la irreflexión del iluso irresponsable-- de los que arrostran de buena fe el reto de gobernar una nación sin remozar los cimientos y sin temor de que les descalabre alguna viga mal asentada, en este tiempo de asechanzas y seísmos. No es creible ya, que un político honesto se imponga al afan de lucro de los banqueros después de los años sesenta. Nadie se confunda con Merkel y Sarkozy: Alemania y Francia son dos consejos de administración. Presumo yo que el sentimiento patriótico en Europa naufragó con la Guerra del 14.

¿Hay alternativas? No parecen fáciles pero debe haberlas. Hay que huír de quienes dicen que algo no tiene solución. Me parece la conclusión de la impotencia o la pereza. Y el que dice tal, no puede dirigir a los demás.

¿Hay alternativas? Seguro que sí. Acabo de recibir un libro por la red que lo afirma. “Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España” con prólogo de Noam Chomsky y textos de Vicenç Navarro, Juan Torres y Alberto Garzón, tres economistas --dos de ellos docentes universitarios-- que dificilmente podrán distribuír su obra hasta pasadas la elecciones del domingo día 20 de noviembre. La obra está impresa pero no distribuída. Ha sido imposible. No se por cierto si es una imposición de los políticos --lo que parece improbable--, o una añagaza del editor.

Lo que denuncia este libro que recomiendo, es que el “capitalismo tóxico” se ha concedido una “moratoria ética” aplazando “sine díe” y sin conciencia, su compromiso moral con clientes, proveedores e iguales, degradando la relación mercantil a la elemental apetencia del depredador compulsivo, sin otra limitación que la fuerza. O, para decirlo de manera más gráfica, que las practicas mercantiles honestas que hace un siglo sellaba una palabra dada, se asientan en el modelo del Chicago gangsteril de los años 20 y las redes de la mafia en nuestros días. Dejen que termine de leer “Hay alternativas” y nos referiremos a la esperanza.


Darío Vidal
16/11/2011

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