miércoles, 23 de noviembre de 2011

Volver a empezar


Dios quiera que las urnas nos deparen, desde hoy, mejor fortuna. No importa tanto quien gobierne, como que lo haga con honestidad. Nunca nos rebelaremos contra un error, pero sí contra la terquedad, la tozudez y la contumacia en el error. Que nadie tema dimitir cuando no tiene nada que reprocharse. No es un desdoro renunciar a un puesto si se carece de medios o se entiende que se yerra. Nada es más sencillo para quien no tiene más pretensión que la de servir a los demas.

Yo dimití y no pasó nada. No perdí el apetito ni sufrí desvelos. Y lo mas sorprendente es que el mundo siguió girando con total indiferencia. Desconozco las razones por las que tantos políticos se aferran a su puesto como a un clavo ardiendo. Aunque me las imagino. Esa renuencia al adiós no tiene nada que ver con la política “sensu stricto” sino con otros intereses más pedestres y mezquinos, como la vanagloria, la honra maltrecha, la enfermiza necesidad de asentimiento de los inseguros, o la soberbia, que son achaques humanos, por no hablar de la quiebra del séptimo mandamiento de la Ley de Moisés.

Pero hay algo más grave: esta “troupe” ha traicionado a la izquierda como demuestra la pérdida de tres millones y pico de votos, porque más que equivocarse, más que hacerlo mal que puede ser humano y disculpable, han defraudado su doctrina. Se puede ser flexible y dúctil en las interpretaciones, pero hay fronteras que no puede traspasar quien cree en los principios. El hasta ahora secretario general del partido socialista y su escudero Rubalcaba, han traicionado los ideales de la izquierda, con la anuencia del dócil Patxi López, intérprete del “nacional-socialismo euskara”, y han arruinado al socialismo español como no hubiera consentido Nicolás Redondo Terreros, un hombre honesto en vias de desguace por el tendencioso rigor del “aparato”, que no habría obtenido estos resultados porque tampoco se habría vendido al enemigo como estos astutos inútiles que han traicionado a los mejores de la mano de ese circense duo de “el tonto y el listo” el segundo de los cuales se ha rebautizado como “Alfredo”, simplemente Alfredo, tal que hizo “Jose Antonio” para convertir el onomástico familiar y campechano en cifra carismática de la Nueva España.

Nadie se ha llamado a engaño con Zapatero. Pero ha sorprendido la escasa consistencia intelectual del “brillante” Rubalcaba, su pobre campaña, la falta de propuestas, la ineficacia dialéctica, su constante apelación al miedo utilizando incluso al engaño y la mentira, sin sugerir ni una idea. Pero “Alfredo” no se va. Quiere aprovechar sus resultados después de haber hundido al gobierno y su partido, para liderar la nueva etapa de regeneración socialista. El sempiterno segundón desde 1982 quiere ser el lider y volver a empezar. Dios salve al PSOE.


Darío Vidal
23/11/2011

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