miércoles, 28 de diciembre de 2011

Los "mimitos" del PSOE


Dios nos guarde del amor muy aparente. Y Él nos defienda del afecto demasiado ostensible expresado por algunos con obscena impudicia.

En Aragón, tanto en los páramos centrales como en el verde Pirineo y el intrincado Maestrazgo, se ha desconfíado siempre de los “gabachos”, que son indistintamente o los “franchutes” --quienes a nosotros nos llaman “macacos”--, o los desmedidamente cariñosos y expresivos aunque no sean ultramontanos.

Y algún acierto deben tener en la calificación de estos extremos los sobrios aragoneses, a la vista de los postizos arrumacos preelectorales del cántabro Rubalcaba y la andaluzoaragonesa injertada en catalana Carme Chacón.

Rompió el hielo el Alquimista, distanciado con la patriota defensora de los valores castenses, cuando la apartó de las Primarias del PSOE con una larga cambiada: una faena que la enfurroñó hasta el “puchero”, pese a su carácter voluntarioso y combativo. Porque Carme Chacón Piqueras es hija del bombero Jesús Baltasár Chacón, de Olula del Rio, Almería, y de la abogada catalana Esther Piqueras nieta a su vez del cenetista aragonés Francisco Piqueras Cisuelo, natural de Alcubierre, en Los Monegros, autor de numerosos libros de memorias y combatiente libertario en los frentes aragoneses de Belchite, Utrillas, Oliete, Calanda y Alcañiz, nombrado secretario de Defensa de la CNT durante la clandestinidad en Cataluña e internado después en varios campos de concentración.

Alfredo Pérez Rubalcaba fue hijo de un piloto del bando franquista y nieto de un militante republicano. Es doctor en química orgánica y docente de la asignatura en la Complutense de Madrid después de haber investigado en las universidades de Constanza y Montpellier.

Tras una laboriosa reconciliación y haberse dedicado algún piropo, Carme volvió a sonreir solo fugazmente porque ambos se han postulado para secretarios generales del partido. Y un grupo de alcaldes socialistas ha publicando ahora un mafiesto abogando por la refundación del partido mediante un debate ideológico, obviando las personas y por tanto los personalismos.

Y ahí ha descarrilado la concordia. Aquellas horas de vino y rosas en que don Alfredo solicitaba “mimitos” a Carme porque parecían estar ambos alejados de cualquier ambición, se han entenebrecido y los socialistas, alineados en tres grupos, parecen estar pintandose el rostro con los colores de la guerra. Lo último que podrían esperar los españoles de una formación política que resulta necesaria para la gobernación del país, aunque sea desde “la leal oposición”.

Quiera Dios que se imponga la cordura.


Darío Vidal
28/12/2011

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